Ligando con desconocidos seguro que has conocido gente muy rara que te ha puesto en situaciones muy locas. Desde adictxs al gym que se asustan si te ven comer un ultraprocesado a salidorrxs que se pasan toda la cita mirándote los pechos y no los ojos. No es nada nuevo, seguro que a ti también te ha pasado. Pero en este artículo no hablaremos de eso, no. Hablaremos de lo contrario, de esas citas que son preciosas, que te dejan con ganas de más, esos planazos tan calculados al milímetro que parece que sean prefabricados. Pero es porque, probablemente, lo son. Cinco jóvenes nos cuentan qué trucos usan para ligar porque saben que funcionan o cómo se dieron cuenta de que habían caído en una de estas trampas.
María: ver aviones
Vivo en el Prat del Llobregat, la ciudad donde está el aeropuerto de Barcelona. Muy cerca de mi casa hay un parque con tumbonas de piedra estrechitas donde estirarse y ver los aviones aterrizar. Es un sitio muy bonito perfecto para una primera cita... al que he llevado a más de una docena de tías. Es el lugar ideal: los bancos son estrechos y tienes que arrimarte mucho, además tengo unos fichados que están suficientemente separados entre ellos como para que la otra chica se tenga que poner en mi mismo banco para conversar con tanto ruido de aviones tendríamos que hablar a gritos si no lo hiciera. Está pensado para que te tumbes en pareja. Después de un rato de acurrucarnos y filosofar, me lanzo y, si hay chispa, me las llevo a mi casa, que en coche está a unos pocos minutos. Funciona siempre.
Edu: el skate
Desde que tengo recuerdo siempre intenté que una de mis citas, si no la primera, fuera ir a hacer skate. Para mí todo eran ventajas: yo aparecía como un tío divertido, deportista y con ganas de enseñarte a hacer algo nuevo y excitante. Además, llevaba toda la vida haciéndolo y se me daba muy bien. Aunque era de lo más honesto puesto que realmente me apetecía hacerlo, me daba la oportunidad de poder establecer contacto físico, tener su plena atención durante un tiempo y, si se caían, ofrecerme a ayudarlas. No había maldad ninguna pero entiendo que visto con la óptica actual puede parecer un poco manipulador. La realidad es que casi siempre nos lo pasábamos genial y si veía que no le gustaba a los 10 minutos nos íbamos a tomar algo y sin problemas. Hoy día no sería mi primera opción pero sí es algo que me encantaría hacer con mi potencial pareja.
Abel: el conductor de metro
Conocí a un tío por Grindr. Hablamos, súper majo, le comenté que me encantan los metros soy un poco como Sheldon y los trenes. Él sacó de forma "muy orgánica" que era conductor de metros y que me invitaba a subirme con él un día para ver cómo es la cabina y descubrir desde dentro su funcionamiento. Yo estaba súper feliz. Al día siguiente, un amigo mío subió una story dentro de una cabina de conductor del metro, justo en la línea del metro de Barcelona donde él trabajaba. Le pregunté. Me dijo que lo había invitado un tío de Grindr. Me pasa foto. Es él. Pensé que era una casualidad, hasta que al cabo de un tiempo un amigo nos dijo a mí y a otro colega que estaba conociendo a un tío y que era conductor de metro. Yo le dije: "¿y te invitó a ver su cabina?", y el otro amigo respondió al segundo: "¿en serio vosotros también habéis hablado con el conductor de la L3?". Ahí entendí que ni me llevó de forma orgánica a ese punto de la conversación ni era el primero en meterme en esos túneles. Valga el doble sentido.
Laura: la sesión de fotos
Tenía un amigo que aprovechaba lo de las fotos para tirar fichas. Es decir, ofrecía a las chicas hacer sesiones de fotos como excusa para quedar: era una primera cita sin que ellas lo supieran. Un método muy invasivo y que puede llegar hasta ser peligroso para "las víctimas". Pero a él le funcionó, porque a la que es su novia de ahora la conoció así, y desde que está con ella lleva mucho sin hacer sesiones de fotos. Aun así, es bastante común usar las fotos como excusa, sin ir más lejos, a mí me ha pasado. Un chico me dijo que necesitaba fotos y como me olía raro le dije que no podía el día que me dijo, me ofreció otra fecha, lo volví a rechazar y me confesó que quería conocerme y que las fotos era una excusa.
Álvaro: tocar la guitarra
Cuando empecé a usar Tinder fui estudiando qué funcionaba y qué no. Por ejemplo, "hey, ¿qué tal?" no funciona porque es un palo, no destaca. Lo que descubrí que más funciona es hablar de hobbies y a mí se me da muy bien la guitarra. Siempre lo introduzco así de forma casual, luego digo que tengo un grupo y que "oye, si quieres te hago una clase". Y siempre, siempre dicen que sí, todos queremos tocar la guitarra. Lo mejor es que mientras enseñas la guitarra puedes ponerte por detrás y tocarle los brazos, las manos... Enseñar a tocar la guitarra te permite mucho contacto físico, y si hay química seguro que acaba bien la cita.

María, Abel, Edu, Laura o Álvaro son solo cinco de los muchos que han vivido estas situaciones. Y tampoco es algo malo per se. Al final, sabes que esto te funciona, se te da bien, y quieres causar buena impresión. Lógico, teniendo en cuenta que en la primera cita siempre intentamos vendernos, y muchas veces pecamos de poca naturalidad, porque lo que queremos es proyectar lo mejor de ti para que te lo compren. Lo importante es no hacerlo con mala fe y no engañar a lxs demás, para que nadie salga herido, pero si haces algo que te gusta y lxs dos coincidís, significa que ya tenéis algo en común.