Yonkis del Respibien, hipocondríacos y condones XL: los horrores diarios de trabajar en una farmacia

"¿Eres adicto al Respibien?", me dijo una farmacéutica. "Mucha gente pregunta por medicamentos para aumentar el tamaño del pene", me cuenta otra. Estas son algunas miserias que se viven trabajando en una farmacia

"Solo será un minuto, creo que es muy obvio lo que tengo, solo quiero que me lo confirmes", le dijo una mujer a la farmacéutica de mi calle. Venía a usar la farmacia como consulta médica ante las imposibles colas para que te atiendan en la Seguridad Social. Y, por supuesto, un farmacéutico puede orientarte y reconocer síntomas de tus enfermedades el clásico es el resfriado, te pueden recetar algo sin pasar por consulta, pero hay casos para los que deberías correr al médico y no a la farmacia. Este es uno de los casos más graciosos que recuerda: "estaba insistiendo con que quería entrar a la trastienda para enseñarme sus genitales porque creía que tenía un herpes vaginal. No quería entender que ni podía ni quería hacerlo. Si era tan obvio que tenía un herpes, por favor, que fuera a urgencias", recuerda. 

Adicción a medicamentos

Todo esto me lo contó mientras le compraba un medicamento para los mocos. He pasado un invierno durísimo, he ido encadenando gripe, anginas, congestión, mocos, herpes y gastroenteritis. Sinceramente, he llegado a pensar que mi cuerpo me quería matar. Independientemente de mis dramas, lo interesante es que he visitado las farmacias de mi barrio barcelonés casi tantas veces como a mis padres. En una de estas visitas pedí algo para la congestión nasal. “¿Eres adicto al Respibien?”, me preguntó la farmacéutica con la cajita en la mano, dudando si dármela. “¿Qué? ¿Adicto a qué?”, le respondí, incrédulo. ¿Me estaba vendiendo droga? Yo solo había venido a buscar algo poder respirar por la nariz cuando me metía en la cama. “Es que puede enganchar y hay gente que se inventa unas cosas para comprarlo… Si veo y detecto que vienen a por el Respibien porque tienen adicción no se lo vendo”.

Según leo en diversos artículos me está diciendo la verdad, hay gente muy adicta a este spray nasal. Hay hasta gente muy adictade afectados por este medicamento. Incluso cuelgan fotos de gente que se ha tatuado el Respibien: “no respiro si tú no estás”, con un dibujo del spray. Fue con esta anécdota que empecé a interesarme por todas las historias chungas que debían esconder estos locales. Así que, de tantas confianzas que pillé visitando los farmacéuticos de mi alrededor, me acabaron contando lo esperpéntico que puede llegar a ser su trabajo.

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Condones XL y máscaras para el coronavirus

“No te imaginas la de gente que viene buscando medicina para hacer crecer el pene”, me dice la farmacéutica de cerca de casa de mis padres en Badalona, un municipio pegado a Barcelona, a la que he ido toda la vida. Me lo confiesa riéndose, tras preguntárselo porque leí en un diario que es una consulta extrañamente recurrente en farmacias. “De hecho, me hace todavía más gracia porque muchísimos hombres me compran condones XL. Me sorprende que, curiosamente, la mayoría de XL se venden cuando estoy yo trabajando [una chica de 30 años] y en cambio cuando atiende mi padre [un hombre de unos 60] no vendemos ni un tercio de estos”.

No fue la única farmacia que he visitado este invierno. Estaba trabajando, cerca de plaza Tetuan, y me harté de estar con tos constante. Bajé a la farmacia en calle Girona con Aragón para comprarme un jarabe que me la cortase. "Este año viene fuerte la gripe, todos tosiendo", me dijo. Bromeé contándole que debería comprarme una mascarilla a lo coronavirus. "Pues espero que no, porque no me quedan. En cuanto pusieron la cuarentena en Wuhan vinieron muchísimos asiáticos que compraron mascarillas para enviarlas a China, según me contaron. Estoy a la espera de que traigan más". 

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Adictos e hipocondríacos constantemente

Se me acabaron los ibuprofenos así que me pasé por la farmacia de cerca de casa, en la Gran Vía de Barcelona con la calle Castillejos. Basándome en lo que me habían contado sobre el Respibien le pregunté si había gente adicta a otras cosas. Se quedó un poco extrañada, pero me dijo que, en general, nunca venden en cantidades industriales por mucho que pidan. Por ejemplo, hace unos años había personas adictas al jarabe de la tos y lo compraban en exceso. "Lo que más me preocupa es que hay padres irresponsables que compran Dalsy porque sus hijos se lo piden. Es un medicamento, por mucho que pueda gustar a tu hijo no se lo compres. Es muy irresponsable, estás criando un pequeño adicto. Los padres deberían aprender a no medicar a sus hijos si no es necesario". 

Por otro lado, están los hipocondríacos, sus clientes estrella. "Hay gente que cree que se muere una vez al mes", me cuenta la farmacéutica. Asegura que ya tiene fichados a los hipocondríacos del barrio, que saben qué medicamentos necesitan para sentirse mejor desde antigripales hasta antialérgicos y vienen a pedirlos con frecuencia. "Algunos vienen puntualmente cada principio de mes a comprar cajas de paracetamol porque ante el mínimo dolor ya se toman una pastilla". 

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Al final, hay casos mucho más dramáticos que no son tan graciosos. Me cuenta una compañera de trabajo que en su farmacia del Raval, uno de los barrios más acosados por el narcotráfico, hay muchos adictos que intentan conseguir algo con lo que drogarse en las farmacias. También leo artículos sobre la adicción a los antidepresivos tras pérdidas familiares. "Me lo contaron en la carrera, pero nunca me he encontrado a nadie. Pero sí que es muy recurrente el abusar de antidepresivos", me cuentan en la farmacia de mi barrio. Entre broma y broma, todos aquellos profesionales que se dedican a la salud tienen que enfrentarse a historias individuales que pueden llegar a ser muy trágicas.