El valenciano que viajó 19 veces a Japón para convertirse en ninja

En un reportaje de El Español, el valenciano José Defez explica la verdadera historia de los shinobi y cómo llegó a convertirse en uno de ellos

Si no jugaste al Shinobi de la Mega Drive o al Tenchu de la Playstation es que no tuviste infancia o que eres menor de 30 años. Los ninjas cautivaron el imaginario colectivo de los mileniales españoles durante décadas y a algunxs les flipó tanto eso del sigilo y los shuriken estrellas ninjas que se han quedado enganchados al género de por vida. Algo así es lo que le debió pasar al valenciano José Defez quien está considerado uno de los últimos ninjas, o shinobi como se les conoce en Japón, a nivel mundial.  

A sus 48 años este experto del antiguo arte del Japón feudal puede presumir de ser el único occidental que ha sido reconocido por el maestro Jinichi Kawakami, el japonés que tiene el honor de ser reconocido en su país por mantener vivo un oficio que desapareció oficialmente en 1868 cuando acabaron las grandes guerras del periodo samurai. Y no fue tarea fácil, para recibir los 10 años de formación intensiva del maestro Kawakami tuvo que desplazarse al país nipón hasta 19 veces permaneciendo meses y meses bajo un entrenamiento extremo que muy pocas personas en el mundo podrían resistir. 

Sufrimiento para alcanzar habilidades sobrehumanas

Como explica en un reportaje de El Español, ni siquiera iniciarse fue fácil. Para lograr que el gran maestro le acogiera entre sus alumnos tuvo que viajar a Japón y someterse a una entrevista en la región de Koka en la que Kawakami debía convencerse que haría cualquier cosa para lograr su sueño. Desde las privaciones más duras a desarrollar habilidades suprahumanas.  “Podíamos estar una semana sin comer, a base solamente de té, agua e infusiones. O un tiempo muy prolongado sin beber agua. Si apretaba el calor, entrenábamos con mucha ropa puesta. Si hacía frío nos íbamos a meditar bajo una cascada, a endurecer el espíritu. O a correr descalzos por la montaña, a clavarnos piedras y pinchos en los pies”, explica desde su dojo centro de entrenamiento en la montaña de Valencia. Pero si el entrenamiento por que el que ha pasado José es duro, no es para menos si piensas que los shinobi dependían de sus habilidades casi inhumanas para sobrevivir a todo y a todos. 

“El shinobi tiene que poder soportarlo. Había guerreros que podían pasar dos y tres días esperando a atacar y permanecían escondidos en un pozo ciego el lugar donde se defecaba, entre excrementos. Aguantando hambre, sed, mal olor y los bichos picando”, aclara el valenciano que, entre otras técnicas de supervivencia, ha tenido que aprender a hacerse pasar por piedra durante días, ser un maestro del disfraz o aprender a desplazarse con sigilo con el ‘paso de la tortuga’ o el “paso del conejo en hierba profunda’. 

La esencia contra los topicazos

Después de todo el esfuerzo y sufrimiento puesto en el aprendizaje de esta noche disciplina, si hay algo que irrita a José es los topicazos e ideas infundadas que circulan sobre los ninjas en nuestra sociedad. Para empezar, la propia palabra ninja es incorrecta porque la verdadera es shinobi e, insiste, en que un shinobi lo que es en realidad es un samurai de élite. Otra de las cosas que tampoco le cuadran mucho es la pintar al ninja como alguien vestido de negro de arriba a abajo, con una katana enorme a la espalda y arrojando estrellas ninja, todo ello bastante alejado de la realidad. 

“Las estrellas en realidad se llaman shuriken y tampoco tenían esta forma. Un ninja no llevaba estrellas metálicas en el cuerpo, porque hacen ruido y no son prácticas… Lo del ninja tirando estrellitas es otra aportación del cine y la literatura”, explica a El Español mientras muestra las puntas calibradas que él mismo ha fabricado y que considera mucho más eficientes y mortales que la versión peliculera. Como él mismo dice, la realidad de los shinobi está muy lejos de la visión del s.XX y es por ello que gente como él puedan trasmitir la tradición sin alterar para aquellos que se sientan preparados para tanto sacrificio.