El ‘sadfishing’ llega a tus stories: influencers que lloran para ganar seguidores

Se trata de un fenómeno que ha sido denominado como tóxico y perjudicial pero quizás no lo sea de forma tan excesiva

Estás navegando por las stories de las personas a las que sigues. Como otro día normal por el universo de Instagram. La gente, por lo general, comparte una imagen de que su vida es maravillosa: de todos los planes que hacen, los lugares a los que van, los proyectos en los que están inmersos… De repente, mientras pasa de una storie a otra lo ves: esa influencer con una vida increíble está contando algo terrible que le ha ocurrido mientras llora a cámara. Llorando pero mucho, como esos llantos que, por lo general, tienes en soledad. Empiezas a preguntarte qué le habrá pasado y, como sigues a esa persona desde hace mucho tiempo, le escribes. A partir de ese día te mantienes pegadx a la pantalla y a su perfil para poder enterarte de todo. El comportamiento que acabas de visualizar se ha convertido en una especie de tendencia que recibe el nombre de ‘sadfishing’ y que cada vez suena más en el universo de Instagram.

Esta palabra ha nacido con la intención de describir esta especie de nueva tendencia en la que alguien comparte sus problemas personales para simpatizar con el público que está y que sigue sus redes sociales. Es un comportamiento angustioso o casi depresivo que tiene el objetivo de enganchar a una audiencia para conseguir más likes o más followers. Este término no nació de la nada. Tiene un motivo que lo ha hecho surgir: una gran cantidad de celebridades Justin Bieber, Kendall Jenner, Kim Kardashian… comenzaron a hablar públicamente sobre sus problemas emocionales o de salud mental y otros influencers se sumaron a la hora al ver la interacción que estas celebridades conseguían en sus redes.

Se trata de un comportamiento que es descrito como tóxico y perjudicial pero, a su vez, demuestra que la generación actual no solo encuentra en las redes sociales una especie de hogar donde compartir sus sentimientos sino que intenta normalizar que sentirse triste es natural, es algo que le ocurre a todo el mundo. Ahora bien, ¿hasta qué punto compartir esta tristeza es necesario y hasta qué punto es un intento de monetizar el dolor? Esta segunda vía no es, para nada, sana. Los más jóvenes observan el comportamiento de estas personas a las que siguen y a quienes tienen como referente y copian su manera de expresar.

Es en este punto donde comienza el problema. Según una nueva investigación de Digital Awareness UK DAUK el 'sadfishing' se considera un problema real. De los estudiantes entrevistados, más de diez informaron que habían utilizado Instagram para publicar los problemas personales que vivían en sus casas o en sus relaciones. La gente mostró su apoyo y dio sus likes pero, al día siguiente, durante las clases fueron acusados de realizar 'sadfishing' y de querer llamar la atención con su tristeza. Al final, la sensación es peor. Quienes quisieron compartir su dolor en lugar de mejorar, empezaron a tener sentimientos aún más negativos.

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Suceden varias cosas: se está abriendo un espacio para hablar de los sentimientos negativos pero el efecto no es el deseado, los jóvenes no encuentran la ayuda que buscan. Es aquí donde es importante hablar del contexto y de los matices: ¿quién publica y quién responde?¿cuándo se está hablando de un problema real un grito de ayuda o una llamada de atención para potenciar el ego? Hay que enfocar que si existe realmente la necesidad de encontrar ayuda o apoyo a través de las redes sociales es que hay un problema de verdad detrás. Lo negativo —o la forma de detectar lo negativo— es si hay alguna marca detrás, entonces ya está claro que la tristeza y el dolor está siendo utilizados para ganar dinero.