Puse a dieta a mi novio para que no me dé asco tragarme su semen

A través de la comida se puede cambiar el sabor del esperma para que dejes de tener arcadas mientras haces una felación

Me encanta que se corran en mi boca. Ponerme de rodillas frente a mi pareja, mirarnos a los ojos y abrir la boca. Agarrarle las piernas, los testículos y hasta empezar a tocarme yo. Verlo masturbándose, excitándose y llegando al punto álgido, al orgasmo, a la corrida. Mientras noto su calor en mi rostro y boca, veo su expresión de puro placer, de excitación dionisíaca, y me corro casi de forma automática. Me encanta tragármelo para llegar a la cúspide de la excitación.

Pero la verdad es que no siempre puedo. A menudo, lo único que consigo hacer es escupir, ya sea en la basura, en un papel o en el baño. El sabor es agrio y el asco que siento cuando lo mantengo en mi boca o cuando baja por mi garganta es superior al morbo. Por eso, empecé a investigar. Según leí en Internet, la dieta determina enormemente el sabor del semen. Como había mucha información contradictoria, preferí preguntar a un experto.

Lo que comes determina cómo sabe

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“El semen está compuesto en un 90% por proteínas, azúcares y sales minerales que provienen directamente de lo que consumimos. Por lo tanto, el olor y el sabor del semen está directamente relacionado con el estilo de alimentación del hombre”, me explica Héctor Galván, director clínico del Instituto Madrid de Sexología. “Existen estudios que afirman que cambiando la alimentación se produce un cambio en la calidad del semen”. De esta forma, confirmada la hipótesis, me puse manos a la obra.  

La primera recomendación de Galván es cambiar algunos hábitos. “El sabor puede ser más fuerte y agrio si existen hábitos de ingesta de alcohol, tabaco o grasas saturadas, entre otros”. Es decir, recorta todo lo posible los ultraprocesados y adicciones —no solo por tu semen, sino también por tu salud—.

Además, no toda la comida sana es buena para el semen. No solo por excluir los tallarines prefabricados, la bollería y la cerveza vas a dejar de torturar las papilas gustativas de tu pareja, también hay algunas verduras y alimentos proteicos que refuerzan el mal sabor. “Si nuestra alimentación está determinada por ejemplo por vegetales, el semen que producimos suele ser más suave. Por el contrario, alimentos como el repollo, las espinacas, los espárragos, o la carne podrían hacer que sea más agrio”, añade el sexólogo.

Una dieta para un semen de 10

Después de la entrevista, me fui a cocinar y preparé un menú siguiendo sus recomendaciones. Lo primero fue ver qué ingredientes no debía incluir en los platos. Para saberlo, Galván recomienda que mires la orina: aquellos que huelen más cuando vas al baño también suelen ser los que dan un sabor fuerte y amargo al esperma. “Es por su gran contenido en azufre”, puntualiza. Por lo tanto, hay que evitar espárragos, brócoli y coles.

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Abrí el libro de recetas y miré: ¿lasaña? Descartada, sus principales ingredientes —lácteos y carne— son algunos de los que recomiendan evitar, porque agrian el sabor. Añade, además, que cualquier alimento que tenga muchas proteínas no es bueno para mi plan. ¿Merluza con verduras? Mejor que carne, pero el pescado también puede provocar acidez en el semen. ¿Tortilla de patatas? Tampoco, el huevo tiene un alto nivel de putrefacción de bacterias y la cebolla mucho azufre.

En definitiva, todo apuntaba a que tocaba apostar por un plato vegano. “Si lo que se busca es mejorar el gusto y el olor del semen se suele aconsejar ingerir por ejemplo alimentos como cereales, verduras o frutas naturales y dulces, especialmente papaya, limón, arándanos y piña”, asegura Galván. Por lo tanto, apostamos por varios platos de arroz. Concretamente, al mediodía un arroz con setas y a la noche con verduras y cardamomo especia que, junto a la canela, mejora su calidad. De postre, una macedonia con mucha piña y papaya, que le daba un toque tropical al menú.

Después de un día alimentándonos con estos platos y sin probar alcohol ni tabaco, llegó el momento de irnos a la cama. Nos fusionarnos en una larga sesión de sexo que acabó con una corrida en mi boca. Y llegó el momento más esperado: por fin me lo tragué todo sin dificultades. Obviamente, el sabor no había cambiado radicalmente, no pasó a ser de repente una exquisitez culinaria, pero sí que desaparecieron los fuertes matices agrios y amargos que se quedan en la boca y que provocan una mueca de asco. Facilitó el trabajo.

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No todo es lo que comemos

Aunque hacer un día depuración alimentaria puede servir como parche para llevar a cabo esta práctica, si una pareja quiere incluir el tragarse las eyaculaciones en su rutina sexual habitual, lo más recomendable es cambiar permanentemente a este tipo de menús. Es decir, reducir la carne y el pescado, adoptar una dieta con más cereales y verduras y bajar el consumo de alcohol. 

Pero Galván advierte que no todo el sabor se debe a lo que ingerimos, “también existen algunos factores como la edad, hacer más o menos deporte, el consumo de estupefacientes, las enfermedades o la temperatura corporal”. Por lo tanto, un buen sabor también va reñido a tener una buena salud y, obviamente, a una buena higiene.

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Tragarse el semen ayuda a combatir la depresión

Para algunas parejas, tragárselo es algo común. "Más de lo que pensamos", matiza el sexólogo. Para otras, puede parecer una asquerosidad y no quieren ni oír hablar de ello. Según Galván, la práctica todavía está estigmatizada y genera un asco y repulsión en muchas parejas por culpa de los tabúes, miedos, prejuicios y vergüenzas que todavía hoy existen en nuestra sociedad. Por eso, pese a que muchos lo hacen, pocos lo admitirán.

El experto recomienda sacarse estos tabúes de encima y, si nunca lo has hecho, probarlo. “Tragarse el semen lleva consigo grandes beneficios como: vitaminas, aminoácidos, proteínas, sales minerales o melatonina y ayuda a disminuir los niveles de depresión”. Es decir, tiene efectos positivos. La única precaución: llevar al día las pruebas sobre salud sexual.