Por qué los humanos deberíamos hibernar como muchos animales

Durante los meses más oscuros del año la energía de las personas disminuye y forzarla para hacer planes puede no ser buena idea

Empezar un nuevo año incluye, al parecer, una lista de propósitos que tienes que llevar a cabo. Que si empezar el gimnasio, que si a comer bien, que si tener claros los objetivos en la vida, que si encontrar el amor... Pasas de las vacaciones a tener un montón de responsabilidades que tú mismx te has puesto porque hay cambios que quieres llevar a cabo. En esta construcción de cómo encarar una nueva etapa se olvidaron —nos olvidamos— de tener presente la estación del año en la que nos encontramos.

Cierto es que esto depende del país en el que vivas. Si nos centramos en Europa, cuando comienza un nuevo año estamos en pleno invierno. Los días son más oscuros, a veces llueve, hace frío y, además, estás con menos energía y con los bolsillos vacíos. Poco a poco dejas de hacer planes, no quedas con nadie y vas del trabajo a tu casa y viceversa. Un día cae sobre ti la culpa y el remordimiento no solo por ser mal amigx sino por no llevar a cabo tus propósitos. En resumen y siendo sincerxs lo que molaría es hibernar, como los animales. 

Los humanos no podemos hibernar pero, en estas condiciones, muchxs nos sentimos atraídxs por algo similar. Nos encantaría cerrar las ventanas, alejarnos del frío y quedarnos en casa. Si pudiéramos poner pausa a las obligaciones y a las responsabilidades para descansar y volver a activarnos cuando llegara la primavera, sería un auténtico regalo. ¿Es algo tan malo este deseo de hibernar hasta la primavera? Después de todo, parece una respuesta natural: el invierno simplemente nos exige una reducción de la velocidad en la que vivimos en lugar de abandonarnos por completo, ¿por qué no podemos encontrar una manera de hacerlo?

Son obvias las diferencias que hay con los animales: un lirón, por ejemplo, es capaz de ralentizar su metabolismo hasta el punto de que prácticamente no consume energía. Es más, se programa para despertarse durante un corto periodo de tiempo cada 10 días y solo con el objetivo de mantener sus órganos en funcionamientoLos humanos, que tenemos algunos compromisos mundanos y limitaciones físicas, no podemos hacer lo mismo, pero sí dejamos que el invierno modifique los ritmos de nuestras vidas.

Como explican desde The Guardian, la forma en la que las personas podríamos hibernar, a nuestra manera, es utilizando el invierno como un momento para disfrutar de los placeres de la soledad, para soñar y contemplar. Deberíamos focalizar nuestra energía en 'restaurarnos'. Algunas de las actividades que proponen son ver películas antiguas, aprovechar para leer, para escribir o para activar otras partes de la creatividad. El invierno es un momento en el que debemos contagiarnos de paciencia y tranquilidad.

Por ello aconsejan no forzarse a hacer planes con amigxs, ni agobiarse con todos los supuestos propósitos que hay que sacar adelante. Durante el invierno es, incluso, mucho más costoso levantarse de la cama porque, a diferencia del verano, la luz del sol no te despierta. Nuestros antepasados sin la luz solar no estaban activos. Se escondían o refugiaban cuando la oscuridad llegaba... porque no había electricidad. 

Un estudio realizado por Thomas Wehr, científico emérito del Instituto Nacional de Salud Mental, sugiere que podríamos comportarnos como nuestros antepasados dadas las condiciones adecuadas. En su estudió, Wehr dejó a los participantes sin luz artificial durante 14 horas seguidas en un intento de replicar la noche prehistóricaDespués de varias semanas, los participantes cayeron en la rutina de permanecer despiertos en la cama durante dos horas antes de quedarse dormidos durante largas horas. Wehr observó que esa especie de guardia de medianoche estaba lejos de ser un momento de ansiedad para los individuos.

Está claro que no es posible hibernar pero quizás sí estaría bien no obligarnos a hacer planes ni a tener siempre energía. No hay que abandonar la vida social por completo pero no hay que culpabilizarse por tener el deseo de quedarte en casa mirando el techo. Evitar el frío es una tendencia común.