Haz caso a Diógenes y lánzate al poliamor sin dramas

Al final lo más sencillo es lo mejor: estar al sol, relajado y que haya alguien que te quiera

Tú imagínate: es el siglo IV a. C. y vas paseando por Atenas, que era una de las ciudades más cultas y bonitas del planeta. Estás por ahí, con una sábana por encima y en chanclas, disfrutando del clima mediterráneo, y te encuentras a un señor de mediana edad que vive en una especie de tinaja enorme de barro y que se masturba diariamente en medio de vete a saber qué maravilla arquitectónica de plaza pública. Y a ese señor, lejos de tenerle por loco o alborotador, los atenienses le llamaban filósofo e intelectual. Pues porque sí, porque los griegos eran así de estupendos y le daban tiempo a todo el mundo para que explicase qué se suponía que estaba haciendo antes de encarcelarlo o de echarlo de Atenas.

El señor que se está masturbando se llamaba Diógenes el Cínico, y fue uno de los filósofos más desordenados y famosos de la antigüedad. Aunque no dejó nada escrito, se le conoce sobre todo por las infinitas anécdotas que hay sobre él, en las que se refleja su pensamiento. Y tal vez te parezca que no tiene nada que ver, ese tipo tenía mucho que decir sobre cómo tener una relación abierta.

Desea lo justo

Me costó lo suyo asumir mi primera relación abierta. Porque lo de que ella conociese y se acostase con otra gente que no fuese yo me parecía una traición a mi masculinidad, mi ego, y a todo cuanto había aprendido. Porque yo quería que me quisiesen solo a mí y que pensasen solo en mí, obviamente. Y porque de eso dependía mi bienestar emocional.

Los filósofos de la Escuela Cínica, a la que pertenecía Diógenes, veían absurdo el querer cosas. Uno quiere porque necesita, y si necesita, es que depende, así de sencillo. Aquello que ansías, aquello que buscas y que te esfuerzas por encontrar, termina dominándote. Yo quería la exclusividad de mi pareja, la necesitaba para estar bien. Es decir: dependía de otra persona. Primer error, porque al final lo mejor es que tu bienestar dependa lo máximo posible de ti mismx.

Mantente independiente

Diógenes hacía gala de no necesitar y de no querer nada en absoluto, y practicaba un tipo de pobreza extrema que, según decía, le aportaba independencia. El motivo era que, en cuanto empezabas a tener cosas, empezabas a querer esas cosas y, por lo tanto, a depender de ellas. Entonces, la independencia consistía en tener lo justo y lo necesario para sobrevivir. Y cuanto menos se necesitase, más independiente era uno.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Una vez Diógenes estaba tomando el sol y Alejandro Magno, el hombre que dirigía el mayor imperio sobre la tierra, le dijo que le daría cualquier cosa que quisiese. “Lo que quiero es que te apartes, porque me quitas el sol”, respondió Diógenes.

Yo en las relaciones buscaba cosas recargadas, amores de película, que fuesen como una historia espectacular e increíble. Quería momentos de un romanticismo absoluto, de una pureza inalcanzable. Pero al final lo más sencillo es lo mejor. Lo bueno es estar al sol, relajado, y que haya alguien que te quiera. Sin preocuparte tanto por si lo hace como tú piensas que debería de hacerlo.

¿Y si los demás saltan de un puente?

Así que ahí estaba yo, en una relación abierta por primera vez en mi vida, y con todo un círculo de personas a mi alrededor que no entendían, para nada, por qué me metía yo en semejantes historias. Y de verdad que más de una vez me lo replanteé porque no dejaba de ser raro y porque, cuando eres el único que hace algo, es muy fácil tener la impresión de que te estás equivocando.

Diógenes vivía entre perros, hacía el amor en público, despreciaba el dinero, no buscaba ningún tipo de éxito, gloria o de vanidad. Porque decía que no hay nada tan peligroso como la costumbre, como lo aceptado. Se trataba de algo inservible, obvio y estúpido. Las costumbres son solo cosas que se han repetido muchas veces, pero eso no hace que sean la mejor opción. Y, de la misma manera, que algo sea novedoso o diferente no significa que tenga que ser malo o peor. La idea de Diógenes es la de que da igual lo que hagan los demás. Quédate con lo que tú quieres, con lo que tú haces. Si estás bien en una relación que los demás no tendrían, no la cambies porque no encaje en el modelo de relación del resto.

Puede que todo esto te parezca genial e interesante, pero que te preguntes: ¿qué hago, tengo una relación abierta o no? ¿Son más sanas que las convencionales? Como tantas otras cosas, hay también una anécdota de Diógenes que te lo explica bastante bien. Mientras un filósofo decía, en una plaza de Atenas, que el movimiento no existía, Diógenes, que estaba presente, cogió y se levantó, largándose de allí mientras decía “el movimiento se demuestra andando”. Pues lo mismo con las relaciones.

 

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