Las estrategias más tóxicas que utilizan los malos jefes para manipularte

Los líderes profesionales que están a la altura utilizan estrategias para sacar rendimiento de sus trabajadores a cualquier precio

Lo peor de volver de las vacaciones no es reencontrarte con tus compañerxs, ni con esa persona con la que no te acabas de llevar, ni siquiera volver a los atascos y sentir que necesitas dosis continuas de café para aguantar la rutina. Lo peor siempre es reencontrarse con un jefe manipulador. Sí, ese que te da una palmadita en la espalda pero está deseando que te sientes en la silla para lanzarte una cantidad infame de trabajo.  El mismx que siempre sabe cómo hacer que te ‘motives’ mediante la coacción, sus frases maquiavélicas de manual de autoayuda para psicópatas y demás exquisiteces que destruyen día a día tus ganas de levantarte de la cama. A continuación leerás algunas de sus técnicas más malintencionadas recopiladas en un artículo del diario Huffington Post. 

1. Tu trabajo y tu vida son dos cosas distintas

Parece una evidencia, pero es muy común que los jefes intenten meterte en la cabeza que eres parte de ‘una familia’ y que, por tanto, tu compromiso con la empresa tiene que ser prácticamente el equivalente a una relación filoparental. Esto, además de provocar que te identifiques en exceso con tu trabajo llevándolo a tu entorno social e incluso ‘llevándote el trabajo a casa’, te genera un enorme sentimiento de culpa si decides que tu vinculación con el proyecto debe acabar. Una relación empleador-empleado tóxica clásica.

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2. Los jefes que ‘no saben echar broncas’

Estos son de los más peligrosos porque eluden sus responsabilidades como líder y, además, te impiden aprender de tus errores. El aparente ‘buenrollismo’ de este tipo de jefes en realidad oculta la escasa implicación del superior en la toma de decisiones, las necesidades de sus subordinados y las mejoras necesarias para lograr los objetivos. Cuando el jefe no cumple toda la presión por alcanzar la meta recae en los trabajadores aumenta aunque, eso sí, con una sonrisa manipuladora en el rostro.

3. Cuando te dicen “búscate la vida”

La situación se parece mucho a la anterior y provoca una enorme desmotivación al empleado ya que con esa actitud lo que consigue es que la comunicación y confianza mutua acabe por desaparecer. Un buen líder siempre debe estar dispuesto a ayudar a sus colaboradores a desarrollar su actividad de la manera más óptima para el interés de la empresa. Si no quiere o no puede ofrecer esta ayuda su liderazgo se diluye y su figura deja de ser útil en el organigrama. Normalmente suelen culpar de sus carencias a los demás.

4. Nadie ni nada debería ser inamovible

No hay nada más rancio en una empresa que los jefes que tiran de tradición para recalcarte que “aquí las cosas siempre se han hecho así”. Por una lado el argumento destruye todo tipo de iniciativa en los empleados y, por otro, refuerza la visión de una jerarquía en la que los trabajadores más veteranos ocupan una posición privilegiada indistintamente de si sus métodos son los más apropiados. En la práctica esta argumentación contribuye al estancamiento de la empresa y a la creación de un ambiente tóxico en el que las novedades son sistemáticamente eliminadas. 

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Recuerda que aunque el carácter de tu jefe sea una completa lotería, siempre dependerá de ti establecer los límites de lo que estas dispuestx a asumir y cómo gestionar sus intentos de manipulación. Desde tener una posición asertiva y conseguir frenar sus intenciones en tu caso particular, hasta elevar tu malestar al departamento de recursos humanos e, incluso, dejar el trabajo. Puede que esto último suene derrotista pero lo que realmente es un fracaso es trabajar en un lugar en el que no te valoran ni te ofrecen las herramientas para crecer como un profesional. Si todo falla recuerda que siempre tienes la última palabra sobre tu trabajo. No dejes que el drama te impida disfrutar de tu profesión.