Por qué deberíamos dejar de hacer fotos cuando vamos de fiesta

Muchas discotecas de Berlín han prohibido las cámaras en su interior para garantizar la privacidad de los asistentes

Haces cola, llegas a la puerta de la discoteca, pagas tu entrada y con el ticket, te dan una pegatina. No es un souvenir para que al día siguiente recuerdes dónde has estado. Es para que se la pongas a la cámara de tu móvil y te olvides de Instagram hasta volver a salir de ahí. ¿Lo podrías quitar en cualquier momento? Claro, pero la gente allí no lo hace. Es Berlín, donde la gente sigue las normas y donde esa misma gente está a salvo de que su careto salga en las redes sociales de cualquiera porque lo que quieren es desinhibirse sin presiones.

Para los berlineses, salir de fiesta es sagrado. De noche, banqueros, profesores, economistas o periodistas recuperan al niño que llevan dentro y por eso no quieren sentir la presión de que cientos de teléfonos con las cámaras encendidas estén merodeando a su alrededor. Por eso, las discotecas se han dado por aludidas y han decidido que la privacidad es fundamental dentro de sus paredes. Porque, a veces, salir de fiesta es sagrado, pero no pasa nada.

Y la privacidad no lo es todo. En la escena underground de Berlín consideran que lo teléfonos matan el buen rollo, así que desde que empezó este debate, ya hay mucha gente que deja el móvil en casa cuando va de fiesta. Quedas con tus colegas y hasta que vuelves no te preocupas por ir mirando tus notificaciones ni lo que pasa en otro lugar. Es una forma de tener la cabeza donde tienes el cuerpo. Y hasta de hacer amigos nuevos.

Uno de los primeros clubes en prohibir los móviles fue Berghain, para muchos, la meca del techno. El antiguo Berghein se llamaba Ostgut y era famoso por sus fiestas extravagantes, sexuales, de fetiches y, por supuesto, por las drogas. Los clientes lo tenían claro y los dueños también: la fiesta es libertad y no estaban dispuestos a perder un trabajo, una familia o la dignidad por salir en las fotos de un desconocido. La idea funcionó y fue adoptada por otras discotecas. Su página web y su Facebook no tienen ni una foto, solo usan ilustraciones de artistas.

Ahora hay varios niveles de prohibición: por un lado, hay clubes donde no se prohibe hacer fotos. En otros, si los seguratas te pillan grabando, se acercarán a ti y te pedirán que la borres. Finalmente, los sitios más radicales te tapan la cámara con una pegatina y si te pillan haciendo una foto te echan sin miramientos y sin posibilidad de volver.

Tal vez sea una medida un poco exagerada teniendo en cuenta que vivimos pegados a nuestros móviles y que para mucha gente, lo que no está en Instagram es como si no hubiera sucedido. Pero Berlín nos enseña lo invasivos que podemos llegar a ser con los móviles. Realmente, visto desde afuera, da miedo imaginarse una fiesta con tantos teléfonos encendidos y grabando lo que pasa  a su alrededor. Tenemos que volver a aprender a disfrutar por nosotros, no por lo que quedará en la memoria de nuestras redes. Fiesta para divertirse y no de postureo, como en los viejos tiempos.