El último chupito de la noche: 'Una y para casa son los padres'

Hace años que nos conocemos pero no conseguía acordarme de él. Hoy, por fin, nos ponemos caras. Es un momento muy emocionante para mí, porque son muchos años ya ​​​​​​​

Todos te conocen como “El último chupito de la noche” pero, ¿cómo prefieres que te llamemos?

Aunque este es mi nombre más común, tengo infinitos motes: La gran cagada de la noche, Saluda a tu primera papilla, The Walking Dead cuando enciendan las luces, Todo iba bien hasta ahora, Tu dignidad ha hecho las maletas, Polvo del que te vas a arrepentir, Comprando boletos para el after de la grima, Próxima parada: Ramón Sampedro... llámame como más te guste. 

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Próxima parada: Ramón Sampedro, ¿siempre quisiste trabajar en el mundo de la noche?

La historia de la familia Etanol se remonta a los orígenes de la humanidad. Han encontrado restos de mi familia en varias civilizaciones, hemos presenciado batallas, guerras e infinitas cruzadas. Dicen que somos historia, cultura y Patrimonio de la Humanidad. Pero, de repente, en los 90 todo dio un giro inesperado que nos pilló por sorpresa: el botellón

¿Temes por tu trabajo?

Muchísimo. Antes servíamos a reinas, a intelectuales y a luchadores romanos. Ahora, todo es mucho más precario y sucio. Trabajamos rodeados de jóvenes que gritan, que se hacen selfies al lado de su vómito y que mean por la calle de camino a casa. Es duro, son muchas horas y casi siempre de noche. Y eso sin hablar del telebotellón, la nueva working class de los Etanol. Pero el peor momento fue a finales del siglo XX, cuando tuvimos que lidiar con centenares de manifestaciones por todo el país con pancartas de “¡Eta-nol, Asesinos!”. Fue un auténtico drama familiar. 

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Dicen que has visto de todo, ¿cuál es la escena más terrorífica que hayas presenciado?

Uf, aún me cuesta hablar del tema, fue espeluznante. Me acuerdo perfectamente, eran las 4 de la madrugada y estaba en una estantería del Razzmatazz. Sonaba Fiebre, de Bad Gyal. Desde lejos, parecía una noche normal para Sofía: putivueltas, mejores amigas de lavabo, cigarrillos a escondidas... pero, de repente, pasó algo aterrador. Sofía me invocó al grito de “vuuuenga, er úrtimo xupitooooh!” y vi mi vida pasar en fotogramas. Cogió el móvil, entró a Whatssapp y envió una nota de voz a su ex de 5 minutos. Tuve una experiencia cercana a la muerte. 

Hace un tiempo salieron a la luz unas fotos comprometidas en las que sales con la píldora del día después. ¿Qué nos puedes contar de vuestra relación?

La verdad, prefiero mantener mi privacidad y no enfocar la entrevista en mi vida personal. Sólo puedo decir que hace tiempo que somos buenos amigos. Pero, por favor, hablemos de mi trabajo. 

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¿Y tu día a día cómo es? Cuéntanos un poco más...

No tiene mucho misterio. Simplemente, observo cómo transcurre la noche hasta que alguien grita mi nombre y la caga. Eso, y lidiar con las denuncias de la ASHB, la Asociación de Stories Humillantes Borrados. Los tengo siempre detrás, me culpan de un fenómeno que ellos llaman “arrepentimiento millennial”, cuando un joven, bajo los efectos de El último chupito, sube vídeos lamentables y al día siguiente se avergüenza. 

¿Qué es lo más duro de tu trabajo?

Trabajar de noche es difícil, pero lo más duro es que mi vida es una jodida contradicción. Todos me odian, lo noto. Les veo los jetos de repulsión cada vez que estoy cerca, pero siempre acaban acudiendo a mí. Esto me está volviendo loco. Me refugié en las bebidas azucaradas durante un tiempo: Red Bull, Coca- Cola, Fanta... pero me di cuenta de que ese no era el camino y, desde hace unos años, voy a terapia. 

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¿Tienes nuevos proyectos a la vista?

Estoy metido en la federación “Chupito. Vomito. Repito” y siempre voy a tope, pero en unos meses empieza la época de festivales, así que sacaré pasta fácil. 

Por último, revélanos un secreto.

“Una y para casa” son los padres.