El boom de las influencers virtuales está ayudando a perpetuar patrones de belleza tóxicos

Las modelos irreales generadas con tecnología 3D están reproduciendo los patrones normativos de belleza

En la calle. Sentada en el sofá. O haciéndose una selfie frente al espejo. Imma, con su estética neonipona de pelos rosas y vestuario colorido, parece real. Una influencer más del universo instagrammer. "Estoy interesada en la cultura y el cine japonés. Quiero atraer a los humanos a los desfiles de moda", cuenta en su biografía. ¿Humanos? ¿Acaso ella no lo es? "Soy una modelo virtual", añade para aclarar. Una creación 3D atrapada entre las márgenes de lo digital que, no obstante, ya cuenta con 28.400 seguidores tras unos escasos seis meses de vida. Es una ficción. Una mentira gritada a voces. Pero una mentira diseñada para enamorar.

También Miquela, aquella primera influencer 3D brasileño-americana, trapera y feminista que abrió las puertas a todas las digimodelos que están viniendo detrás. Su millón y medio de seguidores en Instagram la avalan como un referente del universo fashion. Y la influencer magnate y pija Miquela con sus 125.000 seguidores. O el pseudoBud Bunny 3D llamado Miquela con sus 136.000 fans. O Miquela, la modelo negra de la tribu Ndebele inspirada en la princesa sudafricana de Barbie, también con 156.000 seguidores. Todos ellos, del primero al último, diseñados milimétricamente para encajar en los cánones sociales de belleza.

Y sabemos que estás pensando en este momento: "¡pero si se nota desde Plutón que no son personas de verdad!". Al menos las primeras. El desarrollo de la tecnología hace que Imma, el último invento 3D de la empresa ModelingCafe, sea bastate más convincente que sus antecesoras. Y eso solo es el principio. La antesala de un universo Instagram donde podría será imposible distinguir ficción de realidad. "¿Y cuál es el problema?". Pues que, de momento, las compañías de modelado 3D están reproduciendo los atributos normativos estéticos, acentuando aún más esa belleza inalcanzable que tantísimos problemas está causando.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

My life is perfect 🤭 #literallyperfect

Una publicación compartida de Bermuda @bermudaisbae el

Ya lo contábamos hace poquito: los filtros de Instagram o Snapchat, esos que agrandan los ojos y suavizan los rasgos, están provocando una epidemia de trastorno dismórfico corporal. La gente ya no quiere ser como esas modelos delgadísimas de las pasarelas. Ahora el reto es aún mayor: parecerse a esa imagen utópica que les devuelve la selfie con filtro o a todas esas modelo 3D incorpóreas e irreales diseñada a golpe de click. El boom de las influencer 3D, sin diversidad física, podría aumentar aún más nuestra búsqueda absurda del ideal de belleza. Una búsqueda imposible y dolorosa. Así que tenlo presente: Imma NO es real.