Si Alfred y Amaia han roto, no es asunto nuestro

La intromisión en la vida privada de los triunfitos ha superado los límites

De un momento a otro se ha convertido en trending topic la palabra ‘Almaia’, el nombre que recibía la pareja de triunfitos de Operación Triunfo 2017: Alfred  y Amaia. Ambos se conocieron dentro de la academia y, poco a poco, fue naciendo una historia de amor que empezó a brillar con más fuerza cuando ambos cantaron City of Stars de la famosa película La La Land en directo en la tercera gala del programa. Un país entero seguía a través de la cámara 24 horas un amor que se confirmó con un beso, una demostración que calmó todos los rumores. Y, aunque existían aquellos que no apoyaban para nada esta relación, la gran mayoría los adoraba. Ahora otro rumor llena los medios: la pareja que llevó hasta Eurovisión su amor, aparentemente, había terminado. Esta misma mañana una galería de imágenes de la revista Lecturas supuestamente confirmaba el final de su relación.

Los fans curiosos, los más decepcionados y hasta los que se ponen alegres colapsan las redes con sus comentarios y opiniones, casi rogando a otros fanáticos que compartan las fotografías de la ruptura. Todos apoyados por medios oportunistas que muestran LA imagen, EL instante, LAS palabras exactas de dos personas que no pueden tener intacta ni su propia intimidad. Ya pasó con otras parejas: Chenoa y Bisbal o los mismos Aitana y Cepeda. Su amor, su desamor, sus rechazos o confirmaciones expuestos a ojos de todos. Operación Triunfo es un programa donde se va a cantar, a interpretar y a aprender pero, en ocasiones, parece que son las relaciones entre los concursantes o el supuesto juego que puedan dar lo que hace mantener a una audiencia viva y pendiente. Cierto es que esto forma parte del programa, esas son sus condiciones, pero una vez abandonada la academia, esta caza, este acoso por conocer sus vidas íntimas debería acabar.

La relación de Alfred y Amaia y, por supuesto, la propia ruptura les pertenece a ellos y no a toda España. Y no a todos los grupos de WhatsApp y no a todos los medios de comunicación. Dejemos de compartir sus fotos, sus palabras, su vida: las historias de amor nacen y mueren y no pasa nada, todos hemos vivido alguna noria de emociones y hemos sobrevivido. Y no, no nos hubiera gustado que nuestra situación sentimental estuviera el punto de mira. Quizás lo que nos lleva a traspasar los límites de la intimidad de estos jóvenes sea la falta de empatía. No es posible entrar a Twitter sin leer algún comentario que opine sobre lo que deben hacer ahora con sus vidas tanto uno como otro. Pero, ¿por qué no nos ocupamos un poco de nuestra propia vida y dejamos al resto?

Los que sean realmente fans de estos artistas —que eso es lo que son ante todo— pueden mostrar su apoyo a través de escuchar su música, de comprar sus discos cuando salgan a la venta y de un fanatismo que sea sano y no entrometido. Una forma de hacerlo es, por ejemplo, no jugando el juego que proponen aquellos medios que exponen la intimidad de dos personas de forma explícita buscando conseguir un público que por lo general no tienen. Convirtiendo, en este caso, a Alfred y Amaia en monos de feria. No son productos, son personas. Haced contenido de calidad y entonces tendréis lectores. Y nosotros, los lectores, tenemos que hacer un ejercicio de reflexión y estar por encima de estas polémicas, a través, sobre todo, del respeto por la intimidad. Al final lo que ocurra con Alfred y Amaia es sola y únicamente de ellos. Solo ellos saben lo que guardan en sus corazones.