5 personas te cuentan historias que te harán recuperar la fe en la humanidad

En esta época de odio, extremismos y polarización, unos usuarios de Twitter se han propuesto combatirlo compartiendo historias de bondad y solidaridad desintersada

Parece que hoy en día prima la individualidad, pensar en uno mismo y olvidarnos de los demás. La sociedad polarizada, las reacciones extremas y la virulencia de la política están a la orden del día. En este contexto, ¿dónde queda la solidaridad? ¿Y la buena fe? ¿Y la humanidad? Suena como la típica charla de abuelo, pero la imagen que se proyecta de la sociedad en los medios y redes sociales da la sensación que estos valores se hubieran perdido. Por eso mismo, reacciones extremas iniciado por la comediante estadounidense Nicole Cliffe que pedía contar las cosas más bonitas que un extraño había hecho por ti o por alguien de tu entorno se ha hecho viral. Estas son cinco de las más enternecedoras.

1. La sororidad femenina 

"Tenía 8 años y estaba en la piscina del barrio. Un grupo de niños se burlaron de mí por estar gorda, y cuando me fui corriendo llorando, una chica universitaria y guapísima salió en mi defensa. Advirtió y denunció a estos chicos hasta que los vigilantes les echaron de la piscina. Luego, me dijo que fuera con ella y su grupo de amigas, todas guapísimas. Fueron súper dulces y pacientes conmigo, ya que yo tenía un ataque de ansiedad en ese momento. Se pusieron a compartir revistas, me pintaron las uñas, y me dijeron que era bonita y que les gustaba mucho mi bañador". 

2. La línea de apoyo LGTBI

"Era gerente en una librería LGBTI. Una tarde una persona llamó diciendo que creía que era gay y que estaba considerando en suicidarse. ¡No éramos un centro de crisis! No sabía que hacer, pero pensé que mientras estuviéramos al teléfono hablando él estaría a salvo y no intentaría nada. Así que seguí al teléfono, respondiendo preguntas e intentado ser alentador. Yo estaba un poco frenético, ignorando a los 4-5 clientes en la tienda, y de repente, una mujer pone su mano en mi hombro y me pide el teléfono. "Mi turno", dice ella.

Y ella, esta lesbiana de 50 años, se pone a hablar con este desconocido por teléfono. Y se forma una línea detrás de ella: todos los clientes de la tienda conocen esa llamada, conocen esa sensación de desesperación, de la necesidad de buscar apoyo. Y así, cada persona habló por turnos con ese hombre hasta que se calmó la situación. Esa historia me reconforta todavía a día de hoy".

3. La solidaridad navideña

"Justo antes de Navidad, fui con mi hijo de ocho meses al súper. Llené el carrito de la compra hasta los topes. Estaba muy estresada y cuando llegué a la caja, mi tarjeta fue rechazada. Estaba a punto de irme sin la compra, pero el hombre que estaba detrás de mí lo pagó todo, sin preguntas, por un valor de 100 dólares en alimentos. Intercambiamos información para poder enviarle un cheque cuando cobrase la nómina. A principios de mes le pagué y todo bien, pero en ese momento, honestamente, pensé que no podría alimentar a mi familia durante las fiestas".

4. La humanidad de un perro

"Me da miedo volar. Estaba en medio de un silencioso ataque de pánico mientras esperaba en el aeropuerto. Delante había un perro de asistencia de otro pasajero. Notó que yo no estaba bien, y empezó a estirar a su amo hasta que lo atrajo hacia mí. El perro puso su cabeza en mi regazo durante 20 minutos hasta que me sentí mejor".

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5. El camionero 

"Estaba en un paso de cebra, con mi coche, esperando que una mujer mayor cruzara la calle. Un camión me pitó y le hice la peineta. Pitó de nuevo. Le hice varias veces la peina, regodeándome. Continué mi camino, pero me siguió hasta que llegué al parking. Bloqueó mi coche por detrás. Salí del coche, listo para pelearme. Del camión salió un tío. UN TÍO ENORME. Pensé que estaba muerto. Pero extendió la mano para estrecharla. Me explicó que tocó la bocina para que me moviera pero rápidamente notó su error cuando vio a la mujer, así que tocó la bocina otra vez para pedir perdón. Como se dio cuenta del malentendido me siguió para disculparse personalmente y así no arruinar mi día pensando que era un imbécil. Nos dimos la mano. Creo que esto me cambió para siempre".