El aumento del ‘terrorismo de semen’ conmociona a Corea del Sur

El aumento de casos en el último año ha provocado un debate sobre el movimiento incel y el ‘terrorismo de semen’ que Corea del Sur no estaba preparada para afrontar

Hace algún tiempo que Corea del Sur vive conmocionada por un nuevo tipo de ataque machista sobre sus mujeres: el terrorismo de semen. Puede que te suene a chiste, pero nada más lejos. El caso en el que un joven coreano eyaculó sobre la taza de café de una compañera ha impactado a la opinión pública del país. Porque, además, si no fuera lo suficientemente asqueroso no era la primera vez que empleaba su fluido íntimo para agredir a su compañera.

Con motivo de una excursión con el resto de la clase, este sujeto había irrumpido en la habitación de la denunciante para abrir su maleta, sacar su ropa interior y masturbarse con ella hasta rociarla con su semen. En otra ocasión, el acusado eyaculó sobre el maquillaje de la víctima y su cepillo de dientes. El acoso se prolongó durante 10 meses porque la mujer fue incapaz de denunciarlo por miedo a las críticas machistas. Finalmente, otro compañero descubrió el acoso al acceder al diario de la víctima tras entender que algo estaba profundamente mal con ella.

Finalmente, toda la verdad saltó a la luz y la víctima se atrevió a denunciarlo llegando el caso rápidamente a la prensa del país. En efecto, un grupo de psicólogos confirmó que la mujer había sufrido un trauma psicológico que le impedía continuar con su vida con normalidad y el juez decidió condenar al acusado con tres años de prisión por varios delitos como robo, allanamiento de morada y daños a la propiedad. Sin embargo, el juez desestimó que se tratara de un delito sexual ya que no existió contacto físico con la víctima. 

El argumento indignó al movimiento feminista del país que recordó que no ha sido el único caso, sino que ese mismo año otro estudiante había accedido a la vivienda de una profesora de la universidad para eyacular sobre sus sábanas. Pero lo peor de todo es la íntima relación de este creciente “terrorismo de semen” con el aumento de la ideología “incel” entre los jóvenes del país. Este movimiento ideológico compuesto por “célibes involuntarios” culpa a las mujeres de todos sus males y defiende abiertamente el ejercicio de la misoginia como respuesta a su opresión.

Aunque no tiene por qué incluir el terrorismo de semen, es evidente que los actos en los que se produce una humillación de la víctima son aplaudidos por este colectivo que es especialmente activo en las redes sociales, por lo que no se descarta que en alguna medida estos actos sean realizados por los sujetos con afán de castigar a la mujer y obtener el reconocimiento en su comunidad. Esto explicaría que se hayan reportado un total de 44 casos de terrorismo de semen de los que únicamente 26 fueron resueltos como abuso sexual, el resto solo se entendieron como daños a la propiedad.

Según el periodista Eddie Kim, quien ha investigado más de cerca estos sucesos en Corea del Sur, pero que también advierte de su expansión en otros países asiáticos e incluso Europa, afirmó en declaraciones recogidas por el Confidencial que este fenómeno “refleja una tendencia muy inquietante de cómo los hombres insatisfechos y con privilegios están buscando venganza por cosas que escapan a su control en relación con las mujeres”.

Por supuesto, el terrorismo de semen quizá sea una de las formas más asquerosas en las que este discurso de odio esté tomando forma, pero según este experto en el movimiento incel, las experiencias de tiroteos masivos por parte de incels en Estados Unidos están profundamente relacionados con esta ideología. Es por ello que los movimientos feministas de Corea del Sur sean tan conscientes de la necesidad de actualizar los códigos penales de los países para entender que estas nuevas formas de violencia sí tienen un componente de género y sexual.

En conclusión, para todas las personas consultadas por Kim, que se corran en tu taza de café nunca es un daño a la propiedad, es un delito sexual en toda regla y debería tenerse en cuenta el agravante de ser ejercido específicamente sobre un género y más en un país en el que parece que algunas de las luchas y conquistas de occidente no acaban de asentarse.