Todos los que veis Juego de Tronos estáis mal de la cabeza

Pues no, señores, no es normal. Todo eso no es normal ni es sano para su salud mental ni para la de la sociedad en la que viven. 

Antes de que te me lances al cuello, querido fan de Juego de Tronos, sí, sí he visto la serie. Me tragué toda la primera temporada y un poco de la segunda, hasta que la enésima escena de violencia explícita me hizo encoger todos los músculos del cuerpo y preguntarme "para qué necesito yo exponerme a esta mierda y pasarlo mal cuando tengo otras cosas mejores que hacer". Así que la mandé a tomar por culo y desde entonces me he dedicado a observar con estupor vuestra abnegación por la serie. Y antes de que sigas leyendo, por si te molesta todo lo que voy a decirte:

Hace meses que recurrentemente escucho comentarios tipo: "cuando salía, el 24 de abril, ¿no?" o "ya queda menos" o oigo a algún compañero de trabajo cantando el "chaaan chaan cha cha chaaan chan..." y al cabo de un rato me sorprendo a mí misma tarareando la música de una serie que parece que ha vuelto loco a medio mundo con sus dragones y su invierno que, por lo que tengo entendido, nunca acaba de llegar.

Su club de seguidores se ha convertido en una bestia hambrienta de noticias que los medios de comunicación se afanan por alimentar con un sinfín de detalles sobre el rodaje, sobre qué actores están juntos, que si ahora saco unas fotos, que si luego el trailer y se desata la histeria colectiva. Sin olvidar la lapidación pública del pobre hombre que se atrevió a confesar que no le gustaba la serie y que actúa en ella por dinero. Porque claro, absolutamente todos los que le lanzaron su ira en forma de tuit o comentario hater van cada día a trabajar por pasión y declinan el salario.

Y mira que a mí precisamente ese pobre infeliz me devolvió la esperanza en el ser humano que ya pensaba que se había perdido para siempre en este diabólico juego de tronos en el que parece normal que nos sentemos todos a mirar sin inmutarnos cómo le cortan la cabeza a un señor como si fuera un cerdo, a escuchar sus gritos y a ver como la sangre salpica al de al lado. Sin hablar de las violaciones, de los zombies esos raros que estaban al otro lado del muro, y creo que ahora ya no, o de humillaciones, vejaciones, torturas y demás maravillas que se suceden capítulo tras capítulo.

Pues no, señores, no es normal. Todo eso no es normal ni es sano para su salud mental ni para la de la sociedad en la que viven. Porque aunque todo eso existe, no lo vamos a negar, exponerse a esa brutalidad en la ficción, nos inmuniza a las barbaridades de la vida real y ya hasta somos capaces de ver las superproducciones pseudo-hollywoodienses de los perturbados del ISIS quemando vivo a un hombre en una jaula en el desierto.

Porque nuestro cerebro no distingue entre ficción y realidad. Las reacciones químicas de nuestro cuerpo ante un miedo real son las mismas que ante uno de 'mentira', y con la cantidad de horrores que hay ya en nuestro mundo, tal vez sería mejor que cuidáramos nuestra higiene emocional en lo que a ficción se refiere.

Pero como supongo que ninguno de estos magníficos argumentos de peso y sustentados por la ciencia que te acabo de dar harán que dejes de ver esa sanguinaria serie y antes de liberarte de mi texto para que pongas tu comentario hater en Facebook sobre mi persona, al menos déjame decirte una cosa: Juego de Tronos no es el centro del universo, no todo el mundo la ve y a muchos nos importa una puta mierda.

Ale, me voy a ver el último capítulo de Girls.

Os seguiré de cerca desde este lado del muro.

El lado de la gente con la cabeza normal.

Crédito de la imagen: el idiota de Joffrey