Pues, siendo franca, lo único que hay seguro, seguro es el hecho de que ha pasado de ti. Considerando como una opción factible que tu inmenso ego como si de un globo aerostático se tratara te haya impedido ver otras posibilidades más allá de la homosexualidad del sujeto rechazante, voy a abrirte un nuevo abanico de explicaciones alternativas a este expediente X.
Esto puede sonarte retorcido y muy loco, pero a lo mejor ha pasado de ti porque no le gustas. Ya lo sé, tía, suena muy crazy, pero cabe la posibilidad de que no le moles nada de nada. Puede que hables demasiado, o demasiado poco. O que hables lo justo pero tengas un tono de voz como de profesora de tercero de la ESO que le dé una tirria de la hostia. Puede que piense que tu colonia huele a ambientador de sala de espera. Puede que te viera aquella noche en la que se te salió una teta en el karaoke, y él no formara parte del colectivo al que pareció entusiasmarle el accidente. Puede que hace años coincidierais en no sé qué sarao y le parecieras una frívola y claro, él no sabe que has cambiado mogollón. O puede ser que no os hayáis visto nunca antes y le estés pareciendo una frívola ahora mismo. Puede que incluso no le parezcas mal, y en otro contexto no dudaría en apretarte bien, pero es más de tetas que de culos y la Vero en tetas te da cuatro vueltas.
O más loco todavía. Siéntate, que esto te va a parecer muy hardcore. ¿Y si no le apetece? Y si POR LA RAZÓN QUE SEA, la cual NO TE INCUMBE EN ABSOLUTO, el chaval en cuestión simplemente no está priorizando ligar/acostarse con nadie en ese momento, ¿qué problema hay?
Y no tiene por qué ser que tenga novia, ni que esté dolido porque acabe de dejarlo con otra, ni que se acabe de morir su madre. Puede que simple y llanamente le apetezca estar haciendo otra cosa en vez de darte bola y tratar de enrollarse contigo. Y tú, que en tu cabeza tienes grabado a fuego que “los chicos van a lo que van” y que nunca has aprendido a gestionar el rechazo, te encuentras a tu edad poniéndote excusas de mierda en lugar de asumir con naturalidad que, al igual que tú no te quieres zumbar a todo el mundo, no todo el mundo quiere zumbar contigo.
Que a lo largo de tu vida se te haya transmitido, de forma más o menos directa, que tu atractivo como mujer se mide en la cantidad de pretendientes que te rodean, es una explicación, pero no una excusa. Deja de etiquetar a los demás escudándote en tus miedos y tus prejuicios y aprende a valorarte por ti misma, que nadie tiene por qué ser “maricón” por no querer echarte un polvo.