Simon, la pareja perfecta que me enganchó a Los Bridgerton

La vi en dos días, se la he recomendado a todas mis amigas y mucha gente en redes está in love con lo mejor de la trama: el protagonista

Desde el personaje de Simon Basset Regé-Jean Page, un seductor nato, que esta vez no aparece como el malote o el canalla, sino como un tío con clase, sensibilidad y hasta con cierta inteligencia emocional. Pasando por el argumento que nos recuerda, inevitablemente, a Gossip Girl, con una música actual tocada a violín, un vestuario de época precioso. Y lo que más engancha, unos personajes femeninos bien construidos, protagonistas, llenos de deseos y una buena historia de amor, sexo y pasión, mucha pasión.

Los Bridgerton es la adaptación de una saga literaria creada por Julia Quinn. Shonda Rhimes, una de las guionistas más poderosas de Hollywood, ha fundado una productora llamada Shondaland y Los Bridgerton es su primer proyecto en este ámbito. La serie cuenta la historia de una familia de clase alta londinense, donde la hija mayor, Daphne, está a punto de entrar en el 'mercado matrimonial'. Phoebe Dynevor es quien interpreta a Daphne Bridgerton, la protagonista de la serie, quien quiere seguir los pasos de sus padres y casarse por amor. Su hermano mayor empieza a buscar pretendientes y al mismo tiempo una revista de sociedad en la que escribe la misteriosa lady Whistledown comienza a chismorrear al estilo Gossip girl. En ese momento  aparece el duque de Hastings Regé-Jean Page, que más bueno no puede estar, ahí comienzan a saltar chispas y la serie se convierte en una gozada.

Con esta pequeña sinopsis que os he dado me diréis, ok, ya lo vi en Jane Austen o en Orgullo y prejuicio, ¿por qué Los Bridgerton? Estas son algunas de las respuestas que me han dado al respecto: “El trabajo de ambientación resulta exquisito, pero aún más importante es el hecho de que tenga cierto sentido del humor que quita trascendencia a todo lo que vemos” Esto me gusta. Hay algo que atraviesa todos los capítulos, una manera de contar, con componentes modernos a pesar de estar ambientada en el S. XVIII y todo con toques de ironía que lo hacen más llevadero. Vemos también cómo las mujeres se quejan en una época en la que esto no sucedía, pero aquí se permite. Los personajes femeninos como Eloise una especie de Jo en Mujercitas nos acercan también a un discurso feminista.

Hay una conversación entre ambos protagonistas donde hablan de masturbación con un lenguaje de época de lo más seductor. Esto me parece innovador y engancha, te hace querer estar ahí, con un corsé puesto, muriéndote de ganas de besar al duque o a Daphne, quieres ser ellos, estar en esa fiesta mientras los violines tocan ‘Thank u, next’ de Ariana Grande, y de repente que un roce de manos te pongan perdidamente cachonda.

“El duque es educado, correcto y tiene ese punto cachondo, canalla pero sin ser tóxico. Es un señor.” me dice una amiga “Es guapísimo, quizás es algo superficial esto, pero fue lo que me hizo engancharme. Después ese aura de misterio que tiene y la masculinidad que desprende pero siempre desde un lugar bueno” me comenta una colega por redes. “Aunque de cara a los demás no notamos su vulnerabilidad, nosotras como espectadoras lo estamos viendo cuando viaja al pasado, al ver su infancia. Siento que es capaz de empatizar con las mujeres, de ser vulnerable y eso lo hace aún más atractivo” apunta Alejandra Parejo.

Resulta curioso que nos acaben atrayendo los mismos personajes de ficción. El cura de Fleabag Andrew Scott, tierno, interesante, honesto en sus contradicciones, con principios y ALGO PROHIBIDO. Tom Shellby Cillian Murphy por su misterio, su pasado, esa cara que tiene. Raul Javier Bradem en Jamón Jamón en la escena de lluvia o cómo una generación entera estábamos enamoradas de Lucas Hugo Silva en Los hombres de Paco.

A veces caemos en el cliché de que nos gustan los malotes, pero creo que las cosas han cambiado desde Hache en A tres metros sobre el cielo. No queremos que el tío sea imbécil, queremos que escuche, que se cuestione y bueno, el toque canalla nunca está de más. Desde Quim Gutiérrez en Primos a Jaime Lorente en La Casa de Papel encontramos un punto común, la sensibilidad, el permiso a ser y estar vulnerable. Creo que eso engancha y mucho. Aunque mi crush máximo de la ficción sigue siendo Jack Sparrow, creo que con él solo me tomaría un ron, para todo lo demás, me quedo con el duque Hastings.