‘Machos alfa’ y su fórmula del éxito: así aborda el machismo la nueva producción de Netflix

La serie plantea cómo afrontan los cuarentones los avances del feminismo y las nuevas relaciones

Un tuit de hace unos días de la periodista cultural Beatriz Martínez destacaba de la serie ‘Machos alfa’ que se habla de ella en las peluquerías. Es una forma de decir que atraviesa clases sociales y puntos de vista y apetece comentar en tiempos de ocio y desconexión. ¿Quién quiere hablar de la guerra de Ucrania mientras te dan ese agradable masaje con agua caliente en la cabeza? Teniendo en cuenta que es una ficción que pone sobre la mesa el papel de los hombres en la nueva sociedad, y cómo pueden evolucionar sus relaciones con las mujeres en función del camino que tomen, resulta de lo más interesante que haya llegado hasta allí.

Número uno de Netflix durante muchos días, ‘Machos alfa’ es, ante todo, una serie muy divertida, donde no paran de pasar cosas y donde el espectador casi no sufre: todo es ligerito y digerible en esta serie. Dirigida y escrita por los mismos hermanos Caballero (Alberto y Laura) que firmaron ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘La que se avecina’, es muy fácil que cualquier pareja entre 35 y 50 años se identifique con ella.

La historia parte de cuatro parejas, una de ellas ya separada, que a sus problemas cotidianos tienen que sumarle ahora una nueva mirada de género. No hay monstruos en esta serie, pero sí actitudes bastante reprobables como el engaño sistemático a una pareja de un tiracañas de manual, o el acercamiento al machismo más ultra para sacar dinero con vídeos de Youtube de un director de ficción en horas bajas (después de que lo echen del trabajo para poner a una mujer en su lugar).

¿Nueva masculinidad o el mismo machismo de siempre?

Instigados por los dos más deconstruidos, se apuntan a un curso de nuevas masculinidades que cada uno encaja como sabe, y lo más interesante y aplicable al mundo real es que solo los dos que ya estaban más predispuestos sacan de allí lecciones para la vida, mientras que a los más machos alfa les nace reaccionarse y resguardarse en el machista de toda la vida. Tampoco es el curso agua clara del todo, cabe decir, más bien una parodia.

Las mujeres de la serie tampoco son santas y esta parte es interesante. La honestidad de una de ellas al plantear una relación abierta acaba mostrándose como una extrema frivolidad en la obsesión por estar con otros, prácticamente la misma que muestra una influencer que vive de los productos que anuncia en Instagram, mientras que una tercera engaña a su marido afectando con ello la relación con los hijos y una cuarta, la separada, directamente aparece como una pesada insoportable.

Hay ahí algo para ver con mirada crítica una serie en la que en el balance global prácticamente salen peor paradas las mujeres, o en el que el feminismo en ocasiones se presenta caricaturizado, como también el machismo, en sus extremos. ¿Hay riesgo de poner un movimiento por la igualdad de las mujeres al mismo nivel que la reacción adversa de los más reaccionarios? No queda claro, y en esa duda reside parte de la riqueza de la serie, que permite que cada espectador la interprete de una forma u otra.

Aunque toca la serie puntos tan incómodos como lo difícil que es para un hombre infiel aceptar una relación abierta o las frustraciones de un hombre de éxito cuando está en horas bajas y su mujer gana más que él, hay momentos que puede parecer una justificación o relativización del machirulo, en ocasiones bastante más perverso que los protagonistas de la serie.

Pero más allá de esta reflexión crítica, se trata de una serie que agita prácticamente todas las cuestiones de género que afectan a la vida cotidiana de la pareja y lo hace sin buenos ni malos, y en esto es fácil que muchos se sientan identificados de manera ágil y divertida. Es difícil que la serie pase a la historia, pero sirve para acabar de confirmarnos algo que ya nos olíamos y que, creemos, es muy positivo: que los debates de género han llegado a las peluquerías.