Prostitución, ladrillos y fútbol: el retrato de HBO del lado más oscuro de Jesús Gil

HBO estrena un documental sobre el magnate que inventó lo que es Marbella en la actualidad

Es muy difícil que algo salga mal con Jesús Gil: hay ambición y hay exotismo, hay michelines, una sonrisa perversa, trapicheos, ladrillo, ambición y fútbol y putas y política, hay suelos de mármol pulido y librerías con lomos dorados, hay coñac, amigotes, apaños, jets. Hay muchos contratos extraños, televisión y un solo ombligo: el de Jesús Gil. Es difícil que salga mal un documental sobre un personaje como Jesús Gil, que ya está muerto, pero recupera un material de archivo de lujo y entrevistas con sus hermanos y sus hijos, que saben hablar con titulares sobre el tipo que gestionaba su imperio desde su yacusi, el yacusi más famoso de España, salvado por la campana por dos indultos.

Jesús Gil lo vio claro. No había terminado el franquismo, que él ya quería convertir Marbella, un pueblo de pescadores y vacas, en un Mónaco del Mediterráneo Sur. Sus aires de grandeza traían aroma de lujo cañí que por poco no quedaron enterrados bajo los escombros de una de sus primeras promociones inmobiliarias. Donde quedaron también los cuerpos de decenas de personas. Llegó a ser el alcalde invencible de la ciudad costera y se creyó que podía ser el más grande de España: "La única figura que respetaba era tal vez el rey", ha dicho el productor, Justin Webster, en una entrevista con El País.

 

En el documental, El Pionero dirigido por Enric Bach, aparecen entrevistas de varios de sus hermanos e hijos, que lo describen con una fascinación inquietante. El periodista José María García, uno de los responsables de llevar a Gil a la fama nacional, y el futbolista Paulo Futre, fichaje estrella de Gil para su juguete, el Atlético de Madrid, suman sus voces al primer capítulo de un documental donde la voz disonante la lleva Isabel García Marcos, opositora el PSOE en el Ayuntamiento de Marbella —aunque una oposición blanda porque se admite vencida desde el primer momento: "si tenía que perder alguien, allí estaba yo para perder", dice en el documental—, y el fiscal Carlos Castresana, que por ahora ha hablado poco.

"Una de las personas que sí ha colaborado en la serie pero nos ha pedido no aparecer en pantalla por los muchos problemas personales que le provocó el caso Gil, es el exjuez Santiago Torres, el primero que se enfrentó a Gil en Marbella", ha reconocido Bach a El Periódico de Catalunya.

Es fácil reírse mucho y flipar con lo plasticoso del primer episodio de El Pionero, pero nos gustaría que en los tres capítulos que faltan, el documental pase de la locura kitsch de este personaje de sonrisa eterna que se paseaba por los platós de la España de los años noventa que ahora tanto nos gusta emular. HBO ha apostado fuerte por este trabajo, técnicamente impoluto, que apunta maneras. Esperemos que el precio de incluir personajes tan jugosos como sus familiares y amigos cercanos no acabe siendo el de encumbrar a un cerebro de la corrupción y la burbuja del ladrillo que han abrasado la política de este país.

Al fin y al cabo, El Pionero es la historia de un hombre que fue el primero en una forma despreciable de hacer política. "Aunque sabes que están haciendo cosas mal, tienen ese gran poder de seducción", dijo Webster a El Mundo sobre los líderes populistas que se ríen en nuestra cara como Gil, Berlusconi o el mismo Donald Trump. Viendo su película deberíamos preguntarnos por qué.