Tus palabras me ponen cachonda

¿Cuánto de importancia tiene que esa persona que te gusta te mande mensajes con la ortografía perfecta? Qzs a vcs n sea tn importnt cmo pnsams

Hace sexting sin faltas de ortografía. Me gusta porque hace sexting sin faltas de ortografía. Las comas perfectamente colocadas, los qué con su tilde correcta, que nunca confunde la b y la v y que cuando conjuga la segunda persona del pretérito perfecto simple no le pone una s al final. Todo eso me enciende brutalmente el cuerpo. Mucho más que las frases en sí. Pussy wet like an ocean, dirían los Free Nationals y me apodero sin excusas de esas palabras cuando pienso en cómo escribe. Porque escribe como habla. Porque escribe y habla como es. Sincero, directo, contundente, serio, con una sabiduría amplia y tranquila. No tengo más motivos para seguir liándome con él. Me escribe qué buena estás cuando le envío una foto en ropa interior en una pose que he practicado varias veces para que no quede del todo ridícula. 

Ha acentuado perfectamente esas dos palabras. Y lo ha hecho sin esfuerzo, de forma natural y no puedo pedir más para provocarme un orgasmo. Qué buena estás, qué buena estás. Ese qué y ese estás una y otra vez como imágenes fijas en mi cerebro cuando cierro los ojos y alcanzo el éxtasis. Googleo “me excita que no tenga faltas de ortografía” y no encuentro respuesta. Pero sí existe una denominación para quienes lo sienten al contrario, hay quienes se encienden con personas que escriben todo mal. Anortografofilia se llama esta extrañísima excitación sexual. Son personas que disfrutan y alcanzan un alto nivel de placer con la mala ortografía. Pero bueno, qué le pasa a esta gente, pienso. No consigo sentirme identificada con esta filia, me resulta lejana e imposible. 

Entonces una noche calurosa, cuando huele a planta seca, cuando huele a verde, a marrón oscuro, a tierra blandita en mis pies a los que no les quema el calor, vibra mi móvil en el bolsillo trasero de unos shorts vaqueros que me marcan la figura y me aprietan bien los muslos.

Leo en la pantalla bloqueada: Ola wpa k tl. Me sorprendo. Es otro. Es otro, en otro punto del planeta. Las palabras así construidas me parecen horribles. Me acuerdo entonces: la mano ancha, la nariz gruesa, esa persona con la que todo será un caos, un error, una equivocación. Me pone ola wpa k tl y de repente deja de parecerme tan horrible porque pienso que es capaz de elevarme por el aire y tratarme como una diosa en un altar lleno de purpurina. Y que me hace un revueltito o me sirve un tazón de cereales con leche, con leche entera y me escribe t ago un rebueltito cnd kieras wpa. Y a la vez en mi imaginario —en la película— sospecho que me folla bien y que se sabe al detalle los secretos que esconde mi coño y ve cómo se mueve, lo observa curioso, prueba, pregunta, me atrapa con su mano ancha, me huele con su nariz gruesa, con su cara de no sé nada pero mira cuánto sé y yo veo, observo cómo se acerca el desastre, veo en el horizonte el caos, veo cómo todo va a ser un error y cómo llega la herida y el daño.

Lo veo venir rapidito todo el rato, todo lo que va a ir mal, en mi interior, en el pecho se me encienden todas las alarmas, todo suena, todo me avisa que pare, que me detenga y no consigo apagar el impulso, me ignoro y muy rápidamente me empieza a importar poco la explosión porque me mira de reojo y me río y en el fondo muy pocas cosas de las que me cuenta me hacen gracia. Pero ahí está y quiere olerme y sentirme cerca y yo me dejo con todas las faltas de ortografía ahí al ladito, sus faltas me miran tranquilas, sonrientes, las letras que no usa sonríen pícaras observando cómo me conquistan, malvadas y ausentes en la pantalla de mi móvil, brillando, constantes, cuando menos las espero y cuando menos las quiero porque, además, se acuerda de mí cuando está borracho o drogado y le da igual sentirse vulnerable.

Y funciona. Y me enciendo en un contexto que no es para mí pero a la vez coge el coche y se planta en la puerta de mi casa en un instante y me come toda la boca porque su deseo es inmediato y timaginas k pierd l timpo cntigo, me escribe, sbs lo k t dgo? Y que no puedo y me obligo a frenarme porque sé que no va a ir bien y que no es él porque no va a quererme bien ni va a cuidarme bien porque cuidarme bien no es partirle la cara al primero que se pase un pelo, quererme bien y cuidarme bien no es partirle la cara al primero que quiera venir a coquetear conmigo porque quererme bien es otra cosa y cuidarme bien es otra cosa, es dejarme, es darme el espacio, es que yo coja las riendas y construya mi castillo con mis manos, con mis brazos, con mi fuerza. 

Pero en el baile venenoso y cautivador de la indecisión vuelve a fascinarme porque de repente me cuenta algo del mundo de lo que no tenía ni idea y se abre como una enciclopedia y parece que le da vergüenza y entonces dice jaksjka jodr stoy flipnd y se ríe ancho y grueso, terrenal. Con los ojos cerrados y el cuello dilatado, holgado hacia atrás, con vigor.

Parecía, desde siempre, que lo observaba con una perspectiva en la que nuestras miradas jamás pudieran haberse encontrado pero en un suspiro me baja a la tierra, me trae el barranco, me alcanza el volcán, me ofrece la arena negra, la roca que corta, todo lo aborigen, muy bruto, muy salvaje, muy verde húmedo, muy paja seca, muy pino, muy roble, muy cima aromática. Muy isla.

Se chocan las olas que conviven dentro y se arma el tsunami. Porque en estos ojos que ves está el mar, está el aroma de la fruta de una huerta de un señor simpatiquísimo al que no conozco, hay un sombrero de ramas roto con una cinta con la marca de una cerveza amarga pero fresquita y hay un pueblo, unas montañas con pinos y esquejes muertos y hay poca preocupación por el mundo, hay un no saber qué ocurre y no querer saberlo.

Pero en estos ojos que ves también hay un latte con hielo, hay una ciudad líder, hay olor a asfalto bueno, a casitas en el barrio de Gràcia con las que sueño, a avance, a progreso, hay un amor construido en paredes con gotelé, en cuadros, en exposiciones donde regalan cerveza y vino y se habla de qué vamos a hacer para salvar a la tierra y cómo por fin esta vez sí vamos a alcanzar nuestros sueños. Y en esos dos universos la excitación sexual se traduce de formas distintas, con palabras diferentes, con tildes o sin ellas, con caladas a un cigarro de liar compartido o sin ellas. Y no quiero escoger y sigo danzando entre las pócimas nocivas de la indecisión pero siempre con orgasmos que, quizás, en algún momento solo surjan a través de una única vía. Pero qué puedo hacer si yo también soy de muchas maneras. K pued aser si yo tb soy d mxas manrs.

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