Una semana más aquí. Pero esta no es una de esas plagadas de series megamainstream. No es una semana de títulos esperadísimos. Es, por el contrario, una semana muy particular con estrenos muy particulares para gustos muy particulares. Que si un documental acerca del crítico cinematográfico más odiado y amado de España, que si una serie documental sobre olas gigantescas que aterran incluso viéndolas a través de una pantalla, que si una nueva temporada de una comedia sobre un criminal que decide convertirse en actor... No apto para todxs.
Barry, 17 de abril
La limitada popularidad de Barry, una serie original de HBO, no hace justicia ni a la calidad que tiene ni a la diversión que ofrece. Por si aún no has visto nada de ella, te diremos que cuenta la peculiar historia de un asesino a sueldo que descubre repentinamente que su vocación real y más profunda es la interpretación, momento a partir del cual deberá decantarse entre una profesión en la que es experto o una profesión que es verdaderamente su sueño más profundo. Una diatriba extraña contada desde la más absoluta comedia negra. Y funciona muy bien. El 17 de abril se estrena su cuarta y última temporada. Promete mucho tras los acontecimientos finales de la tercera entrega.
Una ola de treinta metros, T2, 17 de abril
¿Viste la primera temporada de esta joyita? Si la respuesta es ‘sí’ puedes continuar con este artículo. Si la respuesta es ‘no’ ve corriendo a HBO Max, búscala y comienza el primer episodio. Vas a flipar. Porque la primera entrega de esta serie documental recogía los intentos del surfero y pionero Garrett McNamara de conquistar una ola de 30 metros en Nazaré, la zona de Portugal donde surgen las olas más grandes del mundo. En esta segunda temporada, impulsada por el éxito que tuvo aquel estreno, el surfero vuelve a ser la estrella principal del show, pero estará acompañado de otrxs cracks del deporte como Nic Von Rupp, Justine Dupont o Tony Laureano. Si te mola el surf este es tu documental.
El crítico, 21 de abril
La crítica cinematográfica fue muy importante durante décadas, cuando los portales web de calificación de películas y las redes sociales aún no habían aterrizado en nuestras vidas. La gente se guiaba mucho por ellas. Y una mala opinión del crítico de turno podía arruinar bastante el estreno de una cinta. Sobre todo si esa mala opinión procedía de Carlos Boyero, la figura más temida del sector y un hombre siempre rodeado de polémica, tanto por sus reflexiones profesionales como por las ideologías personales que pueden extraerse de las primeras. Sincero, crudo y, según algunas voces mostradas en el propio documental, sexista. La radiografía de un personaje extremadamente singular.