Tres películas que reflejan realidades psicológicas muy duras

No son pelis para echar el rato. Son pelis para sufrir, reflexionar y aprender de verdad

El cine tan solo es un vehículo. En ocasiones es empleado simplemente para crear películas de entretenimiento que hagan tu vida más sencilla durante aproximadamente dos horas. Para que dejes de pensar en tus movidas. Para que los efectos especiales y los ruidos levanten un muro que separe tu consciencia de todo aquello que te preocupa. Y está bien. El cine como entretenimiento está bien. No obstante, otras veces este mismo vehículo es utilizado para llegar a rincones bastante más profundos, para ahondar en la condición humana, para comprender algunas realidades psicológicas verdaderamente duras. Aquí van unos cuantos ejemplos top de esto último:

El lado bueno de las cosas, 2012

Dirigida por David O. Russell, y basada en la novela homónima del escritor estadounidense Matthew Quick, la cinta explora de manera directa, aunque con delicadeza y mucho respeto, tanto el trastorno bipolar como el trastorno límite. Y todas las dificultades individuales y sociales que conllevan para quienes lxs padecen y para quienes se encuentran a su alrededor. No obstante, no es una película que aumente prejuicios y estereotipos, sino todo lo contrario: humaniza a los personajes y transmite las posibilidades de estos de llevar una vida normal. El guion está genial, el montaje es delicioso y las interpretaciones tanto de Bradley Cooper como de Jennifer Lawrence son de diez.

Cisne Negro, 2012

Cisne Negro, del siempre increíble Darren Aronofsky, es una película muy dura. Pero muy dura. Porque a lo largo de sus 109 minutos vives el descenso a los infiernos de la obsesión de su protagonista, una bailarina sometida a una presión externa e interna brutal, su entrada en una espiral de autodestrucción que parece incapaz de frenar. Sufre, además, dos trastornos: el trastorno alimentario conocido como anorexia nerviosa, una enfermedad mental muy peligrosa, especialmente en las mujeres jóvenes, y el trastorno esquizofrénico paranoide que le lleva a tener visiones y vivir en ocasiones ajena a los hechos reales. Te sentirás muy desorientadx. Apenadx. Y finalmente maravilladx.

Melancolía, 2012

Lars von Trier es un cineasta muy particular. Polémico. Distinto. Y en Melancolía el trastorno psicológico no es tan claro como en las películas anteriores o como en otras rollo El maquinista, Memento o Amor. Aquí la cosa es más metafórica. Más sutil. El mundo está a punto de terminar por culpa de un gigante gaseoso que amenaza con impactar con la Tierra y su protagonista se muestra ciertamente apática y desinteresada. El reflejo hiperbólico de la desidia que surge en muchas ocasiones durante la depresión. Nada le importa lo suficiente. Ni el apocalipsis. Son las sensaciones que el propio director y la actriz principal, Kristen Dunst, experimentaron durante sus episodios reales de depresión.