Gente que trabajó en Google, Facebook e Instagram explica cómo te manipulan

"Incluso Gmail es adictivo", explica un extrabajador de la gran multinacional que, harto de la manipulación psicológica, decidió fundar un centro que tenga la ética humana como criterio en el diseño tecnológico

Cuando hablamos de fake news no acabamos de entender todas las capas que tienen. Es decir: sabemos que hay gente que miente y que usa esas mentiras para conseguir un claro beneficio. Sabemos, además, que estas mentiras están hechas para afectar a nuestro lado más emocional y que las reproducen todos los sectores políticos y sociales a través de las redes que usamos constantemente y para todo: desde comunicarnos con nuestros seres queridos hasta trabajar y divertirnos. Por eso, nos sentimos como a través de las redes de las grandes corporaciones, como si fuéramos una cifra más de una gran masa que no puede escapar de sus manipulaciones.

Este es el argumento del nuevo documental de Netflix, El dilema de las redes, en el que durante dos horas y gracias a extrabajadores de Google, Facebook, Twitter e Instagram que, como empleados de esas redes, saben perfectamente sus dinámicas exploran cómo se genera el discurso y la conversación en las todopoderosas redes sociales. Y, por supuesto, qué peligro corremos al ser devorados por sus dinámicas.

“Si buscas ‘el cambio climático es…’ en Google, verás distintos resultados depende de dónde vivas y lo que Google sepa de tus intereses. No es un accidente, es una técnica cuidadosamente diseñada”, asegura Tristan Harris, extrabajador de Google, en el documental. Es decir, la empresa alimenta tus sesgos políticos para que mensajes de diversos sectores te lleguen y salgan beneficiados. Por ejemplo, si una empresa contaminante quiere que Google diga que ‘el cambio climático es una estafa’, Google se lo pondrá a personas que sea proclives a creer esa mentira y alimentarla. Por otra parte, si algún gobierno quiere concienciar sobre el cambio climático, aquella gente que demuestre intereses ecologistas o viva en regiones con mayoría de este pensamiento, verá esos resultados primero.

Al final, todo consiste en alimentar lo que tú piensas y quieres pensar de tal forma que salgan beneficiados unos terceros. Google y estas herramientas difícilmente te harán cambiar de idea. Simplemente te darán argumentos para reforzar esas opiniones de las cuales salga alguien beneficiado, creando así más radicalidad en las ideas y dando la falsa sensación de que todo lo que pensamos y creemos es una verdad absoluta, legitimada por todas estas montañas de información.

“Muchos creen que Google es solo un buscador y que Facebook [O Instagram, de la misma compañía] está ahí para ver lo que hacen tus conocidos. Pero lo que no saben es que hay equipos de ingenieros cuyo trabajo es usar tu psicología en tu contra”, añade Harris, que tras su etapa en la empresa ha cofundado un centro que estudia la ética humana como centro de la tecnología, y no las empresas. 

Y lo dice, no solo porque usan tus sesgos ideológicos y psicológicos para alimentar a grandes empresas y organismos, sino porque también saben cuáles son tus debilidades y cómo hacer que, aunque sepas que estás enganchado a ser el “conejillo de indias” de estas corporaciones, no puedas dejarlo. Incluso algo tan simple como Gmail está diseñado para que te enganche: “estaba en el equipo de diseño y hablaban de colores y yo me preguntaba: ¿de verdad no haremos nada sobre lo adictivo que es Gmail?”, recuerda Harris. Pero él es solo uno de los muchos profesionales que aparecen en el documental. Está el cocreador del botón “me gusta” de Facebook, el director de Pinterest, miembros del equipo de Twitter e Instagram… Y todos hablando de lo mismo: quieren que seamos adictos a sus plataformas para usar nuestra fácilmente descifrable psicología para forrarse.