Esa película que te encanta, que cuando estás triste coges la mantita, las palomitas y le das al play por décima vez en tu vida. O esa serie que está en constante reposición en la tele, ya sea Friends, Aquí no hay quien viva o The Big Bang Theory, que la ves mientras comes o meriendas y que no te cansas de ver aunque te hayas tragado varias veces todos los capítulos. Esa sensación de placer, porque te encanta verlas una y otra vez.
Y esto es algo que hacemos mucho. Todos consumismos la misma serie, película, libro o canciones una y otra vez, en un ciclo interminable de placer. Algo que choca en la cultura del pop, del streaming y del ultracapitalismo en la que se estrena constantemente nuevo contenido. Si quisiéramos podríamos estar meses consumiendo algo nuevo a diario. Y sin embargo, te estás volviendo a leer Harry Potter, estás escuchando ese CD que te encanta y estás volviendo a ver tu serie favorita. ¿Por qué?
La nostalgia, el cambio de época y la dudosa calidad
Según explican las investigadoras Cristel Antonia Russell y Sidney Levy al portal digital Cristel Antonia Russell y Sidney Levy, hay cuatro motivos. El primero: porque te gusta. Sí, es la explicación fácil, pero es la más lógica. Si haces algo muchas veces es porque te gusta. Tu cerebro disfruta repitiendo los mismos patrones, volviendo a vivir esas buenas experiencias, esas escenas de series que te sorprendieron tanto. Pregúntale a cualquier fan de Cristel Antonia Russell y Sidney Levy: “¿cuántas veces has visto la escena de la explosión del Septo de Desembarco del Rey? ¿O de la boda roja?”. Seguro que te responde que decenas, y siempre con la misma sensación de sorpresa y excitación, hasta podrá enseñarte sus segundos de metraje favoritos.
Está también el factor de la nostalgia, ese que te despierta y te traslada al pasado con el sentimiento de familiaridad. “Todo lo que ya hemos visto requiere menos energía mental para procesarlo, así que es más fácil consumirlo y creer que es muy bueno”, añade el artículo. Por lo tanto, la nostalgia afecta de dos formas. Una, nos hace viajar a un pasado que nos gusta y nos hace sentir cosas que ahora mismo son difíciles de sentir. Te transporta a otra época y otro yo, lo cual te llena de placer. El segundo factor es que, a cuantos más visionados, más bueno te parece el contenido. Por lo tanto, viajas a un pasado que echas de menos a la vez que consumes un entretenimiento cuya calidad no te replanteas.
El tercer motivo es el terapéutico. Es muy similar a la nostalgia, porque utiliza estas canciones, películas y series para viajar a una época anterior. Pero en este caso, para aliviar el dolor. Por ejemplo, leer un libro que te recuerde a un familiar muerto. Te hace pensar en esa persona y en cerrar heridas, porque te acerca a los recuerdos que vivisteis juntos.
Las buenas series y películas capturan la sociedad del momento
Finalmente, está el motivo existencial. Volver a ver una serie o escuchar una canción que te gustaba hace, por ejemplo, diez o quince años, te reconecta con el pasado. Pero no con tu yo del pasado, sino con una sociedad que ha cambiado. Los fans de la música emo pueden volver a escuchar My Chemical Romance y ver cómo ha evolucionado la música y la concepción de la vida desde entonces, cómo esos niños que se criaron con las ideas de la tristeza hoy son los millennials “muertos por dentro”.
El factor existencial está muy presente en las series. Porque, si están bien hechas, pueden romper tabúes y empezar a hablar de temas que en ese momento no son vox pópuli y que no se han tratado extensamente —es decir, abrir debates que no existen—. Entonces, hacer un revisionado con el tiempo es una forma de ver cómo ese tema se trataba en esa época, y así darte cuenta de cómo la sociedad ha cambiado frente a tus narices. Este fenómeno lo explica Olatz Arroyo a Huffington Post: “Las series logran responder a una demanda anímica de la sociedad del momento. Algo en lo que nadie ha puesto el foco aún y que la serie en cuestión coloca en la diana”. Por lo tanto, cuando se ven con el tiempo, nos proporcionan ese otro placer, el de reflexionar sobre el cambio de época.
En definitiva, como explica Neel Burton en el mismo artículo, “las cosas que nos sentimos obligados a volver a ver son las que nos provocan o comodidad o perspectiva”. La perspectiva de viajar en el tiempo y la sociedad a través de la nostalgia, y la comodidad que nos da ver esas pelis y series tan familiares, que tantas veces hemos maratoneado y que ya sabemos que nos llenan el cerebro de placer fácil y recuerdos bonitos.