Estas son las escenas más perturbadoras del cine del siglo XXI

De esas que te hacen clic en un rincón muy profundo de tu cerebro

¿Alguna vez te has preguntado por qué sientes tanto morbo ante las escenas perturbadoras? ¿Por qué tienes esa tendencia tan intensa a ponerte frente a una televisión para sumergirte en historias de terror que te llenen de oscuridad durante un par de horas? Según cuentan desde terror, "la psicología afirma que las vemos porque queremos entender nuestros temores". Tu cerebro, obsesionado con mantenerte a salvo, quiere conocer de una manera segura qué tan peligrosos son esos enemigos que tanto miedo te dan. Y el cine, en algunas ocasiones, ha sido verdaderamente magistral a la hora de plasmarlos. Como en todas estas:

El bailecito de Suspiria

En 2018, el cineasta italiano Luca Guadagnino decidió realizar un remake de la popular cinta de los setenta Suspiria, del maestro italiano de terror Dario Argento. Y comparativas aparte, Guadagnino supo dotar a la nueva cinta de una envoltura visual y sonora pesadillesca. Una película que te encierra literalmente durante más de dos horas y media. Como un hechizo. Pero hay una escena particularmente horrible en la cual una feliz bailarina comienza a danzar sin control alguno, movida como una marioneta por fuerzas invisibles, hasta quebrarse de todas las maneras posibles. Es una escena en la que aguantas la respiración sin darte cuenta.

La ESCENA de Hereditary

Ari Aster es un auténtico genio. Un maestro de lo perturbador. Y en Hereditary, uno de los filmes de terror más celebrados y admirados por público y crítica de los últimos veinte años, alcanza el cénit de su carrera con una escena inigualable. Si has visto la película, si has tenido el placer de dejarte arrastrar por la locura que plantea, sabrás de qué escena hablamos: de esa en la que el hermano mayor conduce de camino a casa con la hermana pequeña en el asiento trasero. La manera en la que Aster juega con el fuera de cámara, con la tensión, con el estrés traumático, es impresionante. Es imposible no sentir que se revuelve todo en tu mente.

El principio de Midsommar

¿No hemos dicho ya que no hay nadie como Aster en todo el siglo XXI cuando se trata de perturbar a la audiencia? Pues también lo demostró en la otra gran película de su carrera: Midsommar, un relato de misterio, sectas y pavor. Pero no tienes que esperar mucho para toparte con el horror cuando te pones esta peli: la primera escena muestra el asesinato de la familia de la protagonista. Así, del tirón, sin que haya tenido tiempo a meterte la primera palomita en la boca. El efecto es doble. Primero, porque aún no tienes el cuerpo hecho para tal movida. Segundo, porque está grabado de una forma espectacular. Toda la película es una joyita.

Señales

Existen géneros cinematográficos con unos códigos más rígidos que otros. Y el terror es uno de ellos. Digamos que siempre hay piezas en los espacios en los que tienen que estar. Te lo esperas. Por eso son tan importantes las sutilezas. Es así: el cine de terror triunfa casi siempre como consecuencia de lo que no se ve, lo que no se dice, lo que se insinúa o lo que aparece muy brevemente en pantalla. Y Señales, del impredecible M. Night Shyamalan, es una muestra perfecta de esto. La escena del noticiero con la grabación casera del cumpleaños en la que aparece el alienígena resulta estremecedora. Especialmente en veinte años atrás.