Pongámonos fantasiosos por un momento e imaginemos que estás en un pequeño submarino explorando los rincones más recónditos del océano Pacífico. En concreto, estás a unos 600 metros bajo el mar, totalmente a oscuras y probablemente rodeadx de criaturas increíbles. En ese momento enciendes las luces de la máquina en la que viajas y encuentras ante ti, como si nada, un camino de baldosas amarillas por todo el suelo. El primer pensamiento te lleva directamente a la famosa Atlántida. El segundo a los extraterrestres. El tercero a lo paranormal. Sin embargo, la solución es muchísimo más prosaica. Como siempre.
El misterioso camino de baldosas
Porque según aseguran lxs propixs investigadorxs que lo descubrieron, este camino de baldosas, localizado en el interior del Monumento Nacional Marino Papahānaumokuakea, en Hawái, es consecuencia nada más y nada menos que de la geología. En concreto, apuntan desde la Cadena Ser, medio que se hace eco del hallazgo, "el equipo al frente llegaba a la conclusión de que se trataba de un flujo fracturado de roca hialoclastita, un tipo de roca que se forma durante las erupciones de alta energía, que acabó desperdigada en el lecho marino dividida en múltiples fragmentos". El planeta puede hacer auténticas genialidades artísticas.
En palabras de estxs científicxs, "es posible que se hayan formado costras de ferromanganeso gruesas en las superficies rocosas expuestas, especialmente en los flancos de los montes submarinos donde la sedimentación es mínima". Una explicación que, sí, está muy bien desde la perspectiva científica, pero que no deja de resultar increíble dada la precisión de los patrones de la estructura. Literalmente parece el suelo de un camino hacia un palacio, la calzada de una ciudad del Imperio Romano o el alicatado de un cuarto de baño. Pero incluso para esta minuciosidad geométrica y dimensional parece haber una justificación geológica.
La actividad volcánica: posible explicación
Como indican desde este mismo medio, "respecto a los perfectas que parecen las fracturas, lxs investigadorxs apuestan a que se han creado de esta manera como consecuencia del estrés por calentamiento y enfriamiento de las erupciones que han tenido lugar". Pese a todo ello, lxs exploradorxs científicxs de la Exploration Vessel Nautilus, la máquina utilizada para bajar hasta ahí abajo y estudiar el entorno, son conscientes de que posee un misticismo tremendo. De hecho, "bromeaban entre ellos asegurando que era el camino que podría llevarles hasta la Atlántida". Y es inevitable. Está en el imaginario colectivo. Provoca no sé qué.
En cualquier caso, probablemente aparezcan muchas más estructuras impresionantes alrededor. Tal y como cuentan lxs protagonistas en la página web oficial del proyecto, la región del Monumento Nacional Marino de Papahānaumokuakea es una de las áreas marinas de conservación más grandes del mundo entero y, hasta ahora, la ciencia tan solo ha explorado un 3% de la misma. Sí, como decían inmediatamente después del descubrimiento lxs investigadorxs, "es un acontecimiento realmente único", pero quizás no por mucho tiempo. O, quién sabe, igual aparecen hallazgos completamente diferentes pero igual de sorprendentes.