Agustín Gómez Arcos, el autor censurado por el régimen franquista que se sirvió de sus recuerdos “como bombas”

La directora Laura Hojman recupera el legado del escritor almeriense en su nuevo documental, ‘Un hombre libre’.

Hacen falta muy pocas manos, y mucho poder, para acallar la voz de un autor que escribe para levantar las ampollas de un sistema, desde su margen; sea cual sea este. Hace falta todo un aparato censor, y una España gris y de silencio, para entender qué es lo que le sucedió al novelista y dramaturgo Agustín Gómez Arcos, un autor brillante que se vio obligado a exiliarse en París, en pleno mayo del 68, después de que su obra fuese censurada en nuestro país por considerase, en múltiples ocasiones, “peligrosa” y “pornográfica”. Para los franceses, Gómez Arcos es un referente. Sus textos se estudian en liceos y universidades. En España, sin embargo, hasta hace bien poco, era un completo desconocido.

De hecho, es ahora cuando empezamos a ver destellos de todo lo que pudo haber sido en nuestro país, si no le hubieran denegado hasta en dos ocasiones el premio Nacional Lope de Vega al mejor texto teatral. Los ganó, sí, pero luego la censura le decía que no podían recaer en él. Cansado de no poder representar sus obras, en 1966 deja España para instalarse una temporada en Londres. Sin embargo, será en París donde sucede algo extraordinario: en 1975 escribe directamente en francés su primera novela, ‘El cordero carnívoro’. En ella, anota lo siguiente: “Uno no se rebela por odio, sino por amor”. El autor andaluz encontrará en la lengua extranjera una vía para desafiar los silencios impuestos por el franquismo. Sin embargo, aunque cambia de idioma, nunca renegara de la nacionalidad española.

Recuperar la memoria de Gómez Arcos

“Como escritor tenía la obligación y sobre todo el derecho de participar en la memoria de mi pueblo”, cuenta el autor en una entrevista para la televisión francesa y que ahora podemos ver gracias al estreno de ‘Un hombre libre’, el nuevo documental de la cineasta Laura Hojman que ya se puede ver en hasta una docena de cines de nuestro país.

La película —elaborada a través de los testimonios, las imágenes y las pocas entrevistas que dio el autor— recupera con honestidad la figura de un escritor hasta seis veces finalista al premio Goncourt y cuyas obras han sido traducidas a más de doce idiomas.

”La memoria es una fuente de vida, no podemos hacer nada sin la memoria. No podemos escribir nada”, dice el propio escritor en la película de Hojman. Después de décadas de silencio en nuestro país, de ser vetado por el régimen franquista y de una transición donde su voz pasó inadvertida ante el inexistente ejercicio de memoria, ahora tenemos la suerte de poder leer a Agustín Gómez Arcos gracias a la labor incansable de la editorial Cabaret Voltaire y a las traducciones de Adoración Elvira Rodríguez.

Ambos eslabones, editorial y traducción, han ido trayendo de vuelta unos textos que remueven las heridas de una España cuyas historias no son simples fantasmas, sino, más bien, el vestigio de todo aquello con lo que intentó arrasar el régimen franquista.

“En sus obras [Gòmez Arcos] dio voz a las víctimas, a los disidentes, a los homosexuales, a las mujeres, a aquellos que quedaban en los márgenes y que no encajaban en la norma impuesta. Así los hizo sobrevivir, dándoles un relato”, explica Hojman, autora también de documentales como ‘A las mujeres de España, Maria Lejarraga’ y ‘Antonio Machado. Los días azules’.

Algunos prefieren pensar que las cosas del pasado, del pasado son. Sin embargo, no hacen falta muchas teorías, ni saltos en el tiempo, para entender que no somos nada sin ese pasado; sin esa memoria que espera ansiosa a ser desempolvada y que, en cierta manera, ya está inscrita en las cosas que hacemos y decimos. En el caso del autor almeriense, así fue. Sus ideas revelan a un hombre adelantado a su tiempo, que abordó temas como la memoria democrática, el feminismo o la identidad de género y sexual.

Con referencias que van desde Valle Inclán hasta Lorca o las vanguardias; los textos de Gòmez Arcos muestran un diálogo con la tradicional absoluto y, por otro lado, una mirada hacia lo más radical y contemporáneo. Se trata, pues, de un hombre adelantado a su tiempo y en el que convergen muchas tradiciones.

$!Agustín Gómez Arcos en una imagen de los años 50. Fuente: colección particular de Antonio Duque

Un régimen que intentó silenciarlo sin conseguirlo

Al cierre de ‘Un hombre libre’ escuchamos a Gómez Arcos decir “España soy yo”, que viene a expresar algo así como ‘me podréis echar de mi país, pero no voy a regalaros esta identidad de la que también formo parte’.

“Su herida le pertenece, aunque se la hayan causado otros, le pertenece. Toda la obra de Agustín es un ajuste de cuentas con alguien que no le quiso: España”, sentencia Conejero en esta película por la que también han pasado voces como la actriz Marisa Paredes, el cineasta Pedro Almodóvar o el dramaturgo Paco Bezerra.

A fin de cuentas, el autor almeriense encontró en la capital francesa la libertad que le arrebató el régimen franquista. Como escritor, como voz activa, como republicano y homosexual. Sin embargo, nunca renegó de la nacionalidad española ni dejó de pensar en su país. Y es por eso que sus textos irradian ese amor y ese odio juntos, ese resentimiento con un régimen que intentó silenciarlo sin conseguirlo.

Hoy, Gómez Arcos atraviesa el tiempo y solo podemos agradecerle el haberse servido de sus “recuerdos como bombas”, que se cita en el documental. Para no olvidar. Para que podamos reconocer las señales del horror. “Para que ante el primer libro prohibido, la primera obra censurada, la primera mujer señalada, digamos, ‘esto ya ocurrió, no puede volver a ocurrirnos”, reflexiona el dramaturgo Alberto Conejero en el documental de Laura Hojman.