Los tampones contienen plomo, arsénico y sustancias tóxicas, según un nuevo estudio

El plomo y el arsénico pueden ser mortales en cantidades altas

Hasta hace un año los productos menstruales no se habían probado nunca con sangre, como os contábamos entonces en Código Nuevo. No es de extrañar pues, que ahora nos enteremos de que nuevos estudios han encontrado que los tampones contienen plomo, arsénico y sustancias potencialmente tóxicas.

Según datos de expertos consultados por la CNN, una persona que menstrúa pasará de media alrededor de cinco años de su vida reproductiva usando 11.000 tampones, compresas u otros productos menstruales.

Este dato y el uso diario que cualquiera de nosotrxs haya podido dar a este producto no hacen sino que aumentar nuestra alarma ante la noticia de que puede ser que contengan productos químicos peligrosos, relacionados con enfermedades crónicas o de la reproducción. Si te quieres quedar un poquito más tranquilx, los estudios todavía no han demostrado cómo podrían pasar este tipo de materiales al cuerpo, por lo que cualquier impacto a la salud es por ahora desconocido.

Pero ¿qué se ha descubierto exactamente?

El estudio, dirigido por un investigador de la Universidad de Berkeley en California, ha encontrado que los tampones pueden contener metales tóxicos como plomo, arsénico y cadmio.

Los investigadores evaluaron los niveles de 16 metales (arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc) en 30 tampones de 14 marcas diferentes.

De esta forma, descubrieron que los metales estaban presentes en todos los tipos de tampones; ninguna categoría tenía concentraciones consistentemente más bajas de todos o la mayoría de los metales. Las concentraciones de plomo fueron más altas en los tampones no orgánicos, pero el arsénico fue más alto en los tampones orgánicos.

Los metales podrían llegar a los tampones de distintas formas. La primera es que el material de algodón podría haber absorbido los metales del agua, el aire, el suelo a través de un contaminante cercano. Es decir, imagínate que el campo de algodón con el que se fabrica el tampón estaba cerca de una fundición de plomo, pues ahí podría haber habido una contaminación.

En otros casos, también podrían haberse agregado durante la fabricación como parte de un pigmento, blanqueador, agente antibacteriano o algún otro proceso en la fábrica que produce los tampones.

Como explican desde la Universidad de Berkeley, se ha descubierto que los metales aumentan el riesgo de padecer demencia, infertilidad, diabetes y cáncer. Pueden dañar el hígado, los riñones y el cerebro, así como los sistemas cardiovascular, nervioso y endocrino. Además, pueden perjudicar la salud materna y el desarrollo fetal.

Los tampones preocupan especialmente por su potencial fuente de exposición a sustancias químicas, incluidos los metales, porque la piel de la vagina tiene un mayor potencial de absorción de sustancias químicas que la piel de otras partes del cuerpo, añade la Universidad de Berkeley.