Este es un artículo de humor. La redactora de este texto tiene un gato y nunca jamás haría nada que pudiera hacer daño a ninguno. Lo que se explica a continuación es el resumen de la investigación "La estructura de la personalidad en el gato doméstico". Si hiere tu sensibilidad, háblalo con tu gato.
Es probable que dominado por las teorías egipcias en las que consideraban a los gatos como animales sagrados que servían para expulsar las malas energías, tú también hayas querido apoderarte de uno de ellos. Quisiste encontrar un aliado emocional cuyo suave ronroneo te acercara a lo que tú llamas "la glorieta divina", y lo que ha ocurrido, simple y básicamente, es que le abriste las puertas de tu casa al mal y ahora tal vez tengas que pagar con tu vida por ello.
No estamos locos, de hecho, son muchos los signos que indican que tu gato quiere verte muerto. Ya en el libro "How to tell if your cat is plotting to kill you" el autor, Mathew Inman intentaba avisarnos. Si ves a tu amoroso felino expulsando con mucha fuerza la arena después de utilizar su arenero es porque está ensayando para el día en el que tenga que cavar tu tumba. Y no te creas, hay muchas más razones que nos hacen plantearnos que los gatos son esa fuerza maligna que se ha apoderado de tu mente para dominarnos y hacer que les sirvamos. ¿O no te has dado cuenta de cómo les compras el mejor atún pese a que tú tengas que conformarte con alimentación basada en tristes productos de marca blanca? Ahí tienes la respuesta: estás siendo manipulado.

¿Hay algo que puedas hacer? No, solo esperar a que llegue el día. ¿Y llegará? Pues depende de muchas cosas. El estudio llevado a cabo por la Universidad de Edimburgo nos lo deja bastante claro: si el perro es como ese mejor amigo que te cede parte de su bocata cuando a ti se te ha olvidado, el gato sería quien te lo roba en el patio. Es decir, que ni es tu amigo ni tampoco te quiere, solo tolera tu existencia, que ya es bastante. En la investigación, titulada "La estructura de la personalidad en el gato doméstico", se analizó el comportamiento de 100 felinos a partir de comparaciones con otras especies salvajes y se llegó una de las la conclusiones que más temíamos: si tu gato no te ha matado no es porque no quiera sino porque no es lo suficientemente grande.

Al igual que otras especies con las que se comparó su comportamiento leopardo de las nieves, gato montés escocés y león africano, los miaus domésticos y los rasgos que definieron a los leones africanos, tienden a ser dominantes, agresivos, neuróticos e impulsivos. ¿Significa esto que todos han venido a matarnos? No. Significa que, según afirma el Dr. Dr. Max Wachtel, uno de los investigadores de este estudio, "aunque son bonitos, peludos y tiernos, tenemos que recordar que si los tenemos como mascotas, estamos invitando a pequeños depredadores a nuestras casas".
Y aunque en realidad hay tantas personalidades de gatos como fauna distinta en Tinder, si conviven con nosotros de forma más o menos cordial es porque hemos encontrado la forma en la que nos beneficiamos mutuamente. Como un juego de poder en el que tú los alimentas y les das cobijo y ellos a cambio extienden sus garras hacia tu cara mientras rezas por favor que no sea el último día de tu vida.
Así que sabiendo todo esto, puede que tú seas uno de esos afortunados de los que aloja un minimo cariñoso o puede también, como es mi caso, que tengas al mismísimo Satán entre las paredes de tu casa. En cualquier caso, lo que parece que sí está claro es que, tanto si es amigable como borde o arisco, los gatos no fueron diseñados para acompañarte en las tardes de café y libro sino como salvajes que estarían dispuestos a destrozarte si no fuera porque la naturaleza les regaló un menor su tamaño.
Ahora ya puedes sentarte y pensar detenidamente en esto. ¿No te has fijado en cómo te mira? ¿O en cómo te trae insectos muertos haciéndote creer que son un regalo? ¿Y en cómo destroza todos tus cables para evitar que contactes con el mundo?
No son casualidades, son advertencias.
A tu gato le das igual.
Y conspira para matarte.
Pero a pesar de todo esto, ¿cómo no vamos a quererlos?
