Cómo ser influencer de dejar de ser una influencer

Lee Tilghman le ha dado la vuelta a la tortilla y ha dejado de ser influencer aunque sigue intentando influir en cómo hacer ese cambio

Hay una cantinela que recorre las escuelas e institutos: “todxs quieren ser influencers”. De entrada, parece una idea genial: sin jefes, gestionando tu propio tiempo, hablando de los temas que te gustan y con total libertad. Pero una vez ahí, la altísima necesidad de clics y de likes que necesitarás para monetizar tu contenido, ya sea en Youtube, Instagram o Tiktok, o la dependencia de las marcas si te patrocinan, puede ser estresante. Eso es lo que le ha pasado a Lee Tilghman, que ahora está orgullosa de haber hecho el camino a la inversa: de influencer a trabajadora asalariada.

Lo que resulta sorprendente, tal como comentaron recientemente en el podcast Tardeo de Radio Primavera Sound, es que Lee Tilghman se ha convertido en una “influencer de cómo dejar de influir”. “No puede evitarlo”, bromeaban en el podcast. Y es cierto. La joven de 33 años, cuyo proceso desinfluenciador le valió para un reportaje a toda página en el The New York Times Magazine, sigue teniendo 240.000 seguidores en Instagram y, aunque no publica al ritmo endemoniado de influencer, posteó recientemente un vídeo que ya tiene más de 4.000 me gusta defendiendo la “libertad” que tienes de publicar lo que quieras cuando quieras si no eres influencer.

Instagram

Este giro de guión de la palabra libertad -muchos creen que es más libre publicar contenidos en la red que tener un horario fijo y un jefe que no te suelta el brazo- ha hecho que Lee se vuelva de repente una influencer del desinfluir. ¡Lidera incluso workshops sobre cómo dejar de ser una influencer! Una de sus ideas fuerza es que, siendo influencer, tienes una serie de habilidades que el mercado laboral puede querer aprovechar. Seguramente por eso, ella misma trabaja ahora en un departamento de redes.

Este paso atrás, un tanto irónico, es seguramente tomado desde un privilegio, como lo es para muchxs trabajadores digitales y creativos alejarse de las redes, que es donde muchas veces empresas y posibles clientes ven tu trabajo y tu valía cuando no te sobran los contactos. Es posible que gracias a ellos Lee haya conseguido un buen empleo. Lee tiene incluso un mail que se llama ‘offline time’ y no se nos ocurre nada más contradictorio que leer críticas a la hiperconexión desde una newsletter.

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Pero, en el fondo, las reflexiones de Lee pueden servir a muchxs de lxs que quieren ser influencers. La idea de libertad que te venden las redes no es tal, primero, porque puede depender de lo que las marcas te impongan, como en cualquier otro trabajo de autónomo o asalariado. Y segundo, porque la altísima exigencia de visualizaciones para monetizar, en el hipotético caso de que llegues a conseguirlo, acaba haciéndote esclavo de la silla y de la audiencia. ¿Es eso la verdadera libertad? La salud mental es frágil entre lxs influencers, como han relatado ya varios casos. Y por tanto, seguramente no sea eso libertad, por mucho que las grandes redes sociales estén deseando que así lo creas. Ellas, más que los influencers, son las grandes ganadoras de esta carrera.