Carta a mi futuro novio: no vas a venir a joderme

No vas a venir a joderme más. Te lo digo ya de antemano porque no me gustaría que tuviésemos problemas, y porque ya se sabe que en estas cosas el que avisa no es traidor.

Oye, mira:

No vas a venir a joderme más. Te lo digo ya de antemano porque no me gustaría que tuviésemos problemas, y porque ya se sabe que en estas cosas el que avisa no es traidor, sino avisador. Y yo soy muy avisadora. Y algo torpe, y un poco llorona, y contestona, pero de eso ya hablaremos más adelante, que todavía no has llegado y parece que ya te estoy echando.

El caso es que, aunque te duela, pensar en ti se me hace bola. Me produce urticaria. Diarrea. Escalofríos. Será que cargo a las espaldas algunas decepciones, que siempre me vinieron con cuentos de amor eterno pero sudado, y que todas las milongas que puedas venir a contarme las tengo recogidas en un manual que he ido escribiendo todos estos años y que he titulado así: Todo lo que un capullo intentó colarme.

Capullo, que aunque la RAE se empeña en definir la palabra como "la envoltura de forma oval dentro de la cual se encierra el gusano de seda para transformarse en crisálida", no es otra cosa que alguien que se comporta como un despiadado imbécil terrenal. Así que me gustaría que supieras que, si vas a venir disfrazado de príncipe de colores pero en tu interior albergas un insecto con alma envenenada, te reconoceré y, entonces, y solo entonces, cuando vislumbre en ti un halo de luz podrida que me indique que eres un completo imbécil, aplastaré con tanta fuerza tu exoesqueleto que solo te quedará vivir condenado a suplicar perdón durante tus próximas vidas, incluso cuando dentro de unas cuantas te reencarnes en cucaracha y callejees por calles sucias en busca de más mierda de la que alimentarte.


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Porque, aunque tienes posibilidades de que vaya a quererte, y créeme que si lo hago lo haré mucho y muy fuerte, todo el terrorismo emocional con el que atentaron contra mí los otros hizo que desarrollase un corazón fuerte, a golpe de hostias , cortes y cicatrices que a día de hoy me permite no aguantar, bajo ningún concepto, todas las absurdas maniobras que intentes únicamente con la intención de metérmela doblada y engañarme. Otra vez.

Así que, mi muy querido futuro novio, tú y yo vamos a hacer un trato. Un ejercicio sencillo, básico y que no te costará mucho llevar a cabo. Algo así como un contrato de permanencia sano en el que estableceremos las bases para soportarnos, admirarnos y que no acabemos los dos hasta los cojones el uno del otro. Algo que nos ayude a tolerar las imperfecciones, tú las mías y yo las tuyas, tú las tuyas y yo las mías, sin que nos declaremos una guerra de mierda que acabe en migajas y corazones saqueados. 

Y de verdad que lo que te propongo es súper fácil. Nos dejaremos de todos esos rollos de "parasiempres" que se promete la gente normal. Así no tendrás que quedarte, porque sabrás siempre que tienes toda la libertad del mundo para irte. Tampoco hará falta que llenes el WhatsApp de emoticonos antes de irte a dormir, ni que el espíritu Facebook te posea para etiquetarme en todas tus publicaciones cuando la poesía de Bécquer golpee fuerte tu cerebro. Tampoco necesitaré flores porque, aunque le ponga ganas y empeño, se me mueren, ni que me envíes fotos recién salido de la ducha con el pelito perfecto si algún día voy a verte roncar y con cara de pánfilo recién levantado.


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Yo lo único que quiero es ser y que me dejes ser, que no te inventes una personalidad que no tienes, y que si te gusta poner al Fary en tus viajes on the road no finjas que eres más de Kendrick Lamar solo para impresionarme. Porque si voy a quererte, si de verdad algún día tengo que quererte, lo haré cuando lo merezcas y no cuando tú me lo pidas. Aunque comas con la boca abierta y combines el azul oscuro con el negro. Aunque tengas manías extrañas como la de cortarte las uñas una vez al mes, dibujar mi nombre con tu pis en cualquier calle, o leer a Anna Karenina cuando te sientes solo. Aun con tus mierdas te prometo que sabré disculparte.

Pero lo que sí que no disculparé nunca es que llegues e intentes joderme. En ese caso tengo dos manos, una cabeza pensante y trescientos amigos expertos que harán de tu nombre un perfecto graffiti en la puerta de tu casa con algo así que diga: Mejor soltera y de luto que ser novia de algún puto.

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Nota del redactor: si eres hombre también vale al revés. Tendremos suerte. Lo sé.