Mis muy queridos y estimados amigos:
Iré directa al grano. Hasta los ovarios. No puedo más. Me tenéis harta. Hartísima. Me tenéis más bien en ese punto en el que a veces tengo que hacer un esfuerzo muy grande para no eliminaros definitivamente y así poder empezar una nueva vida lejos de todas las chorradas a las que me tenéis sometida cada día. Tan gratuitas, tan maquiavélicas, tan de psiquiátrico.

Nos tenemos cariño, lo sé. Nos hemos visto crecer. He visto abrazos, copas con colegas, selfies con la cámara en horizontal, vertical, de lado, con palo, sin palo y con todos los filtros de Instagram, incluso con el Kelvin, que es patético. He visto chistes malos, chistes que más o menos alguna vez me hicieron reír, he visto vuestros rollos, vuestras parejas estables, vuestros lloros, vuestros días felices; vuestro primer contrato de trabajo; vuestro paso de relación complicada a relación estable; vuestra evolución muscular desde que vais al gimnasio. Pero ya está. Basta. Esta relación ha llegado a un punto insostenible y si no hablo y exteriorizo esto que llevo dentro la úlcera de mi estómago cada vez se hace más grande. Y creedme, es insoportable.

No sé si es que no os lo han dicho nunca. No sé si es que no tenéis una mano amiga que con cariño se siente con vosotros y os diga: "este camino que estás cogiendo no es el bueno". Sois unos yonkis de las publicaciones, unos drogatas de los me gusta, unos enfermos de contar a los cuatro vientos vuestra vida privada sin el más mínimo cuestionamiento interno de si a los demás nos interesa realmente esa vida que estáis llevando.
Si un día queréis poner una frase de Coelho porque es vuestra máxima aspiración cultural, aceptamos. Pero que hagáis de vuestro perfil un libro de motivación con pautas sobre cómo ser más feliz a lo Jorge Bucay, roza lo inadmisible. Hay gente a la que le gusta ser infeliz. O gente que lo único que quiere es que os bloqueen la cuenta porque es matemáticamente imposible que los 365 días del año gocéis de esa felicidad extrema en la que no se incluyen los días de mierda que todos alguna vez sufrimos. Vamos, que es que hasta los lunes ponéis la frasecita de turno, como si la vida molara en un día como ese.
Y eso sin contar a todos los que recientemente habéis tenido hijos y los sometéis a vergonzosas imágenes de papillas, malas caras, berreos y disfraces de Halloween. Tenéis que saber que algún día crecerán, se harán fuertes, y os denunciarán por ello. O los que hace poco habéis encontrado al amor de vuestra vida el mes pasado era otro, y hace dos uno distinto y ahora queréis hacernos creer que el amor es algo que vale la pena. Y os escribís, os etiquetáis en todas las publicaciones que os recuerdan el uno al otro y devolvéis los mensajes de cariño exteriorizando de forma enfermiza algo que todos sabemos que os podríais decir en privado.

Y a vosotros, los runners, el porcentaje de interés que me producen los kilómetros que habéis recorrido en vuestra sesión de hoy es directamente proporcional a la necesidad de saber cómo funciona el mecanismo de acción de la esterilización por vapor a presión. No nos vais a convencer de lo saludable que es levantarse un domingo a las 6:30 para ir a correr. No vayáis por ese camino porque entonces la liamos. Nuestros culos están bien desde donde están, en el sofá comiendo palomitas o en la cama saboreando los amaneceres. Olvidad que existo, no vais a convencerme. No vais a convencernos.
Y también a los que nos etiquetáis porque sí en cosas que nada tienen que ver con nosotros, a los que si habéis cagado en un lugar emblemático de la ciudad de Sevilla lo contáis abiertamente, a los que últimamente la vida os ha sumido en una terrible sensación de soledad y tristeza y lo plasmáis con canciones tristes que buscan el suicidio colectivo, a los que seguís utilizando memes de Julio Iglesias creyendo que todavía hace gracia el 'Y lo sabes', a los que no sabéis adaptaros a las nuevas tendencias y hacéis de la red social vuestro diario. Parad.

Porque sí. Porque a veces no os dais cuenta de hasta qué punto nos cansáis y porque nos obligáis a hacer cosas que no queremos. Sé que esto va a dolerte, pero aunque no lo creas, en algunos casos, por mejor amigo mío que te creas, también le he dado a la opción "no mostrar más publicaciones", o en un acto de valentía, he ido a tu perfil y he seleccionado "dejar de seguir". Pero no es que no te quiera, porque quererte, te quiero. Es solo que hay cosas que se hacen por el bien de los dos, y esta es una de ellas.
Así que, por favor, dejad de hacer el mal. Preguntaos, ¿será que hay algo que no estoy haciendo bien? Y entonces descubriréis que lo estáis haciendo todo mal. Idead un nuevo punto de salida, otro enfoque, una nueva estrategia. Por ejemplo, la de salir y ver mundo, dar de baja vuestro perfil o dejar de respirar. Pero lo que sea. Solo así podremos seguir avanzando y continuar la vida como lo que tú y yo somos, grandes y eternos amigos.
Hasta el fin de los días, y hasta que tu nueva publicación nos separe para siempre.