Sin tener que sacar la tarjeta bancaria de tu cartera. Sin necesidad de abrir la aplicación de banca digital del smartphone. Simplemente pones tu mano encima del datáfono y listo: acabas de comprar en el supermercado con un microchip incorporado bajo tu piel. Hace unos años habría parecido el argumento de un capítulo de Black Mirror, pero hoy es una realidad comercial. En concreto, una ofertada por la empresa británico-polaca Walletmor que "se puede usar en cualquier lugar donde se acepten pagos sin contacto". Es un pequeño paso en la transhumanización, pero un paso después de todo. Humanos y chips comienzan a fusionarse.
Chip de menos de un gramo
En concreto, y según cuentan desde la BBC, "el chip de Walletmor pesa menos de un gramo, es un poco más grande que un grano de arroz y está compuesto de un pequeño microchip y una antena recubierta de un biopolímero, un material de origen natural muy similar al plástico". Y, por si tienes la duda dándote vueltas a la cabeza, la respuesta es sí: ya hay personas que se lo han implantado y van por la vida pagando en bares, restaurantes y tiendas con su propia mano. Según una de ellas, el holandés Patrick Paumen, "el procedimiento duele tanto como cuando alguien te pellizca la piel". Ese no es el problema ni mucho menos.
Tampoco la seguridad. En base a los datos de la propia empresa comercializadora, el chip "es completamente seguro, tiene los permisos necesarios, se mantiene en su lugar sin moverse y no requiere batería ni ninguna otra fuente de energía". No representa ninguna amenaza para tu salud ni tampoco tendrás que limitar tus actividades por el mero hecho de llevarlo implantado. En apariencia, todo son ventajas. De hecho, y como indican desde este mismo medio británico, "una encuesta de 2001 hecha a más de 4.000 personas del Reino Unido y la Unión Europea encontró que el 51% de lxs entrevistadxs lo consideraría como una opción".
¿Datos personales en riesgo?
Pero no es difícil imaginar por qué motivos un 49% de lxs encuestadxs ni lo considera. Por un lado, están los miedos relacionados con la seguridad económica. No obstante, este argumento es fácilmente rebatible. A fin de cuentas, el chip de Walletmor utiliza la misma tecnología que tu tarjeta o tu aplicación del móvil para pagar: la tecnología NFC. En este sentido, "el implante debe estar dentro del campo electromagnético de un lector compatible" para transmitir información bancaria. Y es un campo muy pequeño. Alguien tendría que poner un datáfono junto a tu mano y ya puede hacerlo con tu cartera o móvil. No es un riesgo nuevo.
Por otro lado, está la privacidad. Según cuenta la experta en tecnología financiera Theodora Lau, estos chips son "una extensión del internet de las cosas" y aumentan el intercambio de datos personales. De momento y tal como son, no representan una gran amenaza, pero podría abrir camino a una tecnología invasiva que sirva al control y la manipulación. Y, aunque no lo haga, es comprensible que pudieras sentirte como un robot que está siendo medio controlado. Y no mola. ¿Nada de eso te importa? Entonces la tecnohumanización es para ti y está bien. Cada persona es dueña de su cuerpo. Total, ya andas pegadx a un aparato...