17 de noviembre de 2012
Diego ha muerto y a todos se nos ha parado el reloj y se nos ha arrancado la vida de cuajo. Cuando algo se rompe de esta manera, es difícil sobreponerse sin que el estómago te dé mil vueltas de campana para recordarte que lo que se va ya no vuelve, y que lo que ya no vuelve se queda a vivir a modo de despedida en cada rincón de tu cuerpo. Juro que intento relajarme, pero miro a mi alrededor y todo es caos, asfixia, turbiedad.
19 de noviembre de 2012
Me golpean fuerte las últimas palabras, las risas de hace cinco días sentados en el sofá, su último mensaje en Facebook. Joder con Facebook. Diego ha sido uno de esos colegas con una habilidad especial para convertir cualquier contenido en risas. Si las nuevas declaraciones de Rajoy le parecían una mierda, preparaba una de sus mil voces y largaba un comunicado imitando su voz que se hacía con más de 50 me gustas en un abrir y cerrar de ojos. Cada una de las veces que intento volver, al entrar en la pantalla de inicio para teclear mi usuario y contraseña, me detengo en seco y entonces hago el ejercicio de siempre: respirar hondo, contar hasta tres y contraer y relajar el diafragma hasta que mi respiración sea tan pausada que ni yo misma pueda sentirla. Pero es imposible, nada ayuda cuando estás ante una de las pérdidas más jodidas de tu vida.
26 de noviembre de 2012
Diego y yo teníamos una relación diferente. Y cuando digo diferente me refiero a que él podía tocarme el culo y yo lanzarle cuatro besos en los morros sin que nadie nos mirara raro por ello. Hoy por fin he podido reencontrarme con mi perfil y descubrir una lucecita roja que me ha avisado de un cambio en la historia. Diego me ha incluido en su testamento digital y tengo que verificar su muerte para ser yo quien siga dándole voz a sus inexistentes pasos. El estómago me da otra vez la vuelta. Pienso en Ana, su novia, de la que tantas veces me ha hablado. El resto de amigos. Su familia. ¿Qué se hace, qué se dice, cómo uno se mueve, a quién se acerca para contar las cosas que ya no van a pasarle? Lo pienso un rato y repito el ejercicio de relajación. Aunque me sigue faltando el aire, pienso: adelante. Le doy a aceptar y confirmo su muerte.
5 de septiembre de 2013
Han pasado diez meses y hoy ha sido el cumpleaños de Ana. Ella vuelve a estar feliz, aunque sé que se acuerda de Diego cada día. Todos los años él le preparaba una felicitación especial que hacíamos conjuntamente porque los dos hemos estudiado publicidad, y la creatividad era lo nuestro. Le ha hecho feliz, sé que este regalo le ha puesto contenta. Sé que él lo habría hecho exactamente igual si estuviera con nosotros. Y eso me basta. Creo que me he acostumbrado a este rol y nos hace bien esta especie de hilo invisible que de alguna forma nos sigue uniendo.
17 de junio de 2014
He colgado un vídeo friki de los que le gustaban a Diego. Si no supiera que soy yo la que lo escribe, hubiera jurado que él no se ha ido nunca. Me he divertido un rato largo pensando en cómo se habría descojonado al verlo, incluso su padre lo ha comentado. Igual sueno patética diciéndolo, pero creo que él también lo habrá visto, y eso nos hace estar aparentemente más tranquilos.
24 de febrero de 2015
Aunque ya no publico mucho, su madre hoy me ha dado las gracias. "Tú haces que el silencio de la ausencia se haga más llevadero", me ha dicho. Me pregunto hasta qué punto este puto testamento ayuda o paraliza el proceso de afrontar una pérdida. No tengo ni idea y tampoco quiero pensarlo, porque si le doy vueltas no sé si me detengo por completo. Analizo y filosofeo un rato cada noche, pero dejo la moral a un lado y me olvido de todo. Al fin y al cabo, cuando alguien se muere también lo hace su huella online, pero cuando te mueres y quieres seguir entre los vivos, ¿quién es nadie para robarte lo que tú querrías seguir diciendo incluso muerto?
*Este texto es ficción y está basado en la nueva app de Facebook 'If I Die', que permitirá realizar un testamento digital y seguir publicando después de un fallecimiento. ¿Estamos entonces cada vez más cerca de la sociedad distópica que ya auguró Black Mirror? Sin duda, todo apunta a que sí. Temblemos.