El plástico no es malo. Es un material relativamente barato que nos ha permitido no solo construir infinidad de artículos, sino también distribuir alimentos y otros bienes esenciales alrededor del mundo. El problema está en su tratamiento posterior cuando ya no es útil. Se puede reciclar, sí, pero no lo hacemos con el compromiso que deberíamos y se está acumulando en toda clase de ecosistemas naturales, causando daños profundos a los hábitats, a los animales e incluso a las personas. ¿La nueva solución planteada por un equipo de investigadorxs? Que lo incluyas en tu dieta.
Aunque tiene truco. El proyecto, creado conjuntamente por expertos de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos e ingenieros, químicos y biólogos de la Michigan Technological University, lleva por nombre Reutilización Biológica de Plástico por BioPROTEIN y se basa en la capacidad de algunas bacterias de metabolizar diferentes tipos de plástico y convertirlos en biomoléculas útiles para el organismo humano. Es decir, que tú no te comerías el plástico como tal sino las bacterias que lo devoraron y lo transformaron en primer lugar.
Así funciona
El proceso no es muy complicado. Según cuentan en Magnet, primero se toma el PE, el polipropileno o el tereftalato de polietileno y "se trata químicamente durante un par de horas en un reactor", haciendo que el plástico pase a ser un lodo aceitoso. Uno que las bacterias adoran, se tragan y metabolizan en cuestión de días. Por último, "las bacterias se envían al matadero microbiano" para que se produzca con ellas una especie de proteína procesada con un alto valor nutricional basado en vitaminas, lípidos y por encima de todo proteínas.
La idea, dicen desde este mismo medio, basándose en las declaraciones de Stephen Techtmann, líder del equipo de biólogxs detrás de las investigaciones de BioPROTEIN, "es básicamente que los humanos puedan alimentarse de este producto algún día no muy lejano". Por el momento quedan unas cuantas cositas por solucionar. Como disminuir la cantidad de energía que requiere el tratamiento químico mediante reactor o demostrar a las agencias reguladoras de alimentos que se trata de un producto seguro para el consumo.
De salir adelante, el invento serviría no solo para reducir la cantidad de plástico vertida en vertederos y entornos naturales, sino también para paliar un problema que nunca ha dejado de existir pero que amenaza con intensificarse en las próximas décadas como consecuencia del crecimiento demográfico y los efectos meteorológicos del cambio climático: el hambre. Según estimaciones de la ONU, en cinco años habrá 60 millones de personas más en riesgo de inanición. Una fuente de alimento tan sostenible sería una salvación para muchas de ellas.