Usan las máquinas de espionaje antisoviético para resolver desastres medioambientales

De arma bélica a salvación ecologista: así es Corona, el satélite espía estadounidense que tenía que descifrar los secretos rusos y acabó salvando paisajes enteros

El proyecto secreto Corona. Así, sin contexto, suena a teoría de conspiracionistas que augura que el coronavirus se creó en un laboratorio para exterminar la humanidad. Pero no. Este proyecto secreto consistía en una red de satélites estadounidenses que, durante los 60 y los 70, rastreaban todo el globo en busca de zonas de posible influencia de la Unión Soviética y descubrir sus secretos militares. Es decir, cámaras fotografiando constantemente lo que se escondía en los bosques y paisajes del planeta para conseguir información que decantase la balanza a favor de los americanos en la Guerra Fría.

Durante la pugna por el poder entre los EE. UU. y la URSS, ambas potencias estaban obsesionadas. No sabían si había fuerzas enemigas cerca de sus centros de poder o aliados. No sabían si estaban preparando armas que podrían acabar contigo. No sabían quién podía ser un espíaNo sabían nada, solo que tenían que hacer lo que fuera para descubrirlo. Bajo esa excusa, el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower aprobó en 1958 la creación del proyecto Corona. Un proceso difícil que duró años y que supuso un avance en la carrera espacial estadounidense porque tuvieron que investigar cómo los tejidos de la Tierra aguantaban en la radiación y la presión espaciales. Fueron doce intentos sin éxito hasta que el primer corona funcionó. Y así, fueron mejorando poco a poco los satélites y su calidad fotográfica.

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En total, se recogieron 850.000 imágenes que fueron un secreto clasificado hasta los 90. Entonces, como ya había caído la URSS y el mundo hacía la transición post-soviética, las imágenes dejaron de tener valor militar y se liberaron a todos los públicos. Unos densos archivos militares sin ningún uso aparente… hasta que, recientemente, cientos de científicos empezaron a usarlos para investigar desastres medioambientales.

“Aunque son estáticas, las fotos panorámicas contienen huellas perceptibles colonias de pingüinos en la Antártida, montículos de termitas en África y senderos de pastoreo de ganado en Asia Central que revelan la vida dinámica de los habitantes terrestres. Es Google Earth en blanco y negro”, explica al The New York Times Catalina Munteanu, biogeógrafa de la Universidad Humboldt de Berlín que ha utilizado imágenes del satélite Corona para mostrar que las marmotas regresaban a las mismas madrigueras durante décadas a pesar de las prácticas agrícolas destructivas en Kazajstán, y así reivindicar que las cesaran.

Y comparando las imágenes de los sistemas modernos con las del Corona no solo resuelven desastres ambientales. También logran adivinar futuros posibles, y así resolver las crisis antes de que sucedan. “Con los satélites espías pueden entender la línea de tiempo de un paisaje incluso antes del siglo XX. Esto, paradójicamente, nos ayuda a predecir lo que vendrá después”, añade el artículo.

Por ejemplo, en 2019 se usaron las imágenes espía del Corona para entender cómo habían variado los límites del lago Phewa en Nepal el segundo más grande del país, con una superficie de más de 4 kilómetros y una profundidad de 8 metros, es decir, mucha agua. Al ritmo que se había reducido y lo mucho que habían afectado las actividades económicas de las ciudades alrededor, se pudo estimar que en 110 años habrá perdido el 80% de su agua, con los consecuentes desastres que eso provocaría: gran parte del país sin electricidad hidroeléctrica, pérdida de cosechas que dependen de su agua para el riego aumentando la crisis alimentaria que vive el país y los efectos que tendrían en el turismo, una de las principales actividades económicas de la región.

“Podemos usar imágenes del pasado para informar el futuro”, explicó C. Scott Watson, geocientífico de la Universidad de Leeds y coautor del estudio del lago Phewa, que pedía soluciones drásticas al gobierno del país. Y este es solo uno de los muchos ejemplos que demuestran la efectividad del Corona. De arma bélica a salvación ecologista.