El laboratorio farmacéutico que tortura a monos haciéndolos girar y desangra a los gatos

Ni macrogranjas ni safaris, en esta empresa alemana tienen a monos en arneses y gatos a los que les sacan sangre hasta 15 veces al día

Explotamos a los animales por nuestro propio beneficio. Es una ley natural que con la industrialización se ha ido acentuando hasta niveles inhumanos y por esto hemos tenido que empezar a regularlos. Es una lucha dura de los animalistas contra las grandes empresas que siempre buscan maneras de acabar explotando a cualquier ser vivo para sacar más rendimiento a sus productos: comida, trabajo y, claro, entretenimiento. Pero si los toros o los safaris nos pueden parecer una crueldad gratuita, todavía no lo hemos visto todo.

Un activista alemán acabada de destapar uno de los escándalos más locos que hemos visto recientemente. Tras cuatro meses infiltrado como trabajador en un laboratorio y las imágenes que ha sacado son espeluznantes: monos colgados por el cuello forzados a dar vueltas sobre sí mismos forzándose las cervicales, perros encerrados en celdas ensangrentadas y gatos a los que se les sacaba sangre hasta 13 veces en diez horas. Ahora, la Fiscalía alemana investiga el caso, denunciado por la organización animalista Soko, en colaboración con Cruelty Free Internacional con sede en Londres.

Los vídeos, donde también se pueden ver a monos cogidos por el cuello con arandelas mecánicas, han levantado la furia. Además, una experta le dijo al diario británico The Guardian que los resultados de las crueles pruebas son inservibles porque las condiciones de estrés en las que se encuentran los animales las convierten en papel mojado.

Este laboratorio, situado cerca de Hamburgo, investiga para empresas químicas y farmacéuticas, según informa El País, y las autoridades han hecho varias inspecciones, la mayoría sin avisar. Entre otras ilegalidades, encontraron 44 monos en jaulas más reducidas de lo reglamentario y animales en soledad, cuando las normas internacionales obligan a tener en grupos a los animales que naturalmente viven en comunidad para que no se traumaticen. Las jaulas de los monos eran, más o menos, de la mitad del tamaño permitido.

Los activistas argumentan que se infiltraron en el laboratorio porque la gente tiene derecho a saber en qué condiciones viven los animales en Europa. De hecho, Cruelty Free International asegura que no se trata del único lugar en Europa donde existen este tipo de atrocidades. Si a veces ya es difícil detectar situaciones de explotación humana, los animales son todavía más invisibles porque no pueden quejarse. Así que dependemos de activistas como los de Soko y Cruelty Free para destapar estos escándalos que nos demuestran la hipocresía de una sociedad donde unos animales viven con todos los lujos en casas donde son los reyes mientras otros seguirán sufriendo mientras los usan para testear medicamentos.