Francia prohíbe triturar bebés de pollo vivos y aquí ni nos lo planteamos

Sí, los machos que no sirven ni para carne ni para huevos, se mandan a una picadora, sin anestesia y sin nada

Ya lo has visto en algún documental: cintas mecánicas cargadas de crías macho de pollo, pollitos, que son arrojados a un embudo y de ahí, a una trituradora. Están vivos, gritan y sienten el miedo, pero nada parará esa cinta que los llevará a la muerte segura, una muerte picados entre cuchillas porque no sirven ni para dar carne no se desarrollan tan rápido como las hembras ni para dar huevos. Y sin anestesia. En total, cada año son sacrificados en todo el mundo 7.000 millones de pollos, que no acaban alimentando a nadie. En total, las cifras de la industria alcanzan los 50.000 millones: cada año nos comemos, de media, nueve pollos por cada humano, según datos de la United Poultry Concern, una ONG que se dedica a visibilizar la crueldad de este negocio.

Francia acaba de anunciar que este método, dentro de sus fronteras, se ha acabado. Y es uno de los primeros países del mundo, detrás de Suiza y Alemania, en levantar conciencia sobre la forma que tienen la mayoría de mataderos para deshacerse de los excedentes de crías de pollo, que luego solo se utiliza para fabricar piensos de poco valor. La medida, que ha sido más o menos bien recibida por los colectivos animalistas, entrará en vigor a finales del año que viene. Hasta entonces, la industria deberá investigar formas alternativas para este proceso cruel. Una de las propuestas es desarrollar una técnica que permita identificar el sexo del animal antes de que salga del huevo, algo que los investigadores llevan años intentando, pero todavía no han conseguido hacerlo viable a escala industrial.

Otra de las decisiones del gobierno francés será obligar a las empresas a aplicar anestesia a los pollos antes de castrarlos, pero los animalistas han echado en falta que se prohibiera también la comercialización de huevos de gallinas criadas en jaulas. Está claro que todavía hay mucho camino por recorrer hasta conseguir una industria cárnica respetuosa con los animales. En realidad, la forma de consumir carne debería ser solo comprando productos de proximidad de empresas que sabes que tienen procedimientos más responsables.

Por ahora, el ministro francés de Agricultura espera que una reunión que tendrá lugar muy pronto en Bruselas acabe llevando a todos los países de la Unión Europea hacia la misma dirección y se imponga un sistema de etiquetaje común para que los consumidores de todo el continente sepan qué se están comiendo. De hecho, que Europa avance hacia una legislación común parece la única solución para que países como España acaben renunciando a estas prácticas. Aquí hubo un pequeño escándalo cuando PACMA compartió un vídeo en el que se veían los sacrificios de los pollos. Aquí, alegan las autoridades, se sigue la normativa europea y ni nos planteamos tomar iniciativas como la de Francia, Alemania o Suiza. Así que nos encomendamos a Bruselas.