Los coches eléctricos podrían no ser tan sostenibles como creemos

La huella de carbono de su producción supera notablemente a la de la producción de coches convencionales

Las cosas están difíciles. El calentamiento global es una rueda en permanente aceleración y cada década nos acercamos a temperaturas mundiales más peligrosas. El objetivo, acordado por los países en la ONU, es limitar el aumento a 1,5 grados Celsius, lo que requiere un extraordinario compromiso por parte de los gobiernos, las empresas y los ciudadanos. Y en esas andamos. Nos damos duchas más cortas, compramos ropa sostenible y nos pasamos al coche eléctrico. Todo con la esperanza de salvar el mundo. ¿Pero y si los coches ecológicos no fuesen la panacea que nos han querido vender? El trasfondo es complicado.

Claramente los coches convencionales son más contaminantes si atendemos únicamente a su uso. Al fin y al cabo, y sin tubos de escape, eliminamos un montón de gases de efecto invernadero de la ecuación. Podemos estar tranquilxs. El problema viene antes: en el proceso de fabricación de los automóviles. En este sentido, y según cuentan desde el medio especializado Autonoción, basándose en datos de Volvo, "la fabricación de un C40 genera un 70% más de emisiones que la fabricación de un XC40 con un motor ICE normal", lo que implica que la carga de carbono inicial es muy superior en el coche eléctrico.

Además, también debemos tener en cuenta que la producción de electricidad, imprescindible para el funcionamiento de los coches eléctricos, arrastra su propia huella de carbono. Por supuesto, será mucho menor si proviene de fuentes de energía renovables como la energía eólica o la energía solar. En España, uno de los países líderes en renovables, "de toda la energía producida hoy mismo el 52,42% ha sido libre de emisiones", dicen desde este medio. No es una mala cifra, pero en un porcentaje muy elevado de los casos la electricidad que usan los coches eléctricos en nuestro país proviene de fuentes más contaminantes.

En consecuencia, y en promedio, un coche completamente eléctrico como el modelo C40 de Volvo necesita recorrer más de 110.000 kilómetros para alcanzar el punto de equilibrio. En otras palabras: hasta que un automóvil eléctrico de estas características y uno convencional como el Volvo XC40 de gasolina no llegan a esa cifra, el coche eléctrico habrá sido más contaminante. Es a partir de este momento cuando el eléctrico comenzará a reportar beneficios ecológicos. Cuando ambos alcancen los 200.000 kilómetros recorridos, los ahorros en términos de emisiones de gases de efecto invernadero será solo del 15%.

Aunque esto variará en función de la procedencia de la electricidad utilizada para recorrer esa distancia. Así, "en los países con mayor índice de energía eléctrica generada libre de CO2 deberíamos recorrer algo más de 50.000 kilómetros" para alcanzar el equilibrio, mientras que "en los países con menor producción eléctrica libre de huella de CO2 puede dispararse por encima de los 150.000 kilómetros". Y como buena parte del problema deriva de la producción de las baterías, algunas marcas están reduciendo la autonomía de los coches eléctricos en pos de una auténtica sostenibilidad. ¿Pero estamos dispuestxs al sacrificio?