Incluir a tu pareja en algunos de tus planes sociales suena bien: es una manera diferente de veros que enriquece vuestro conocimiento mutuo y os saca del aislamiento propio de las parejas durante los primeros compases de la relación. Con tus colegas. Con tu familia. Con sus colegas. Con su familia. Hasta ahí todo bien. El problema viene cuando no concibes participar en planes sociales sin su compañía sempiterna. Hasta tal punto que la gente de vuestro alrededor, quienes os quieren individualmente a cada unx de vosotrxs, dan por hecho que sois un pack que siempre viene junto. Ahí ya no hablamos de socialización conjunta: hablamos de codependencia. Y os va a pasar factura.
Primero socialmente. Sí, a tu amigx le cae muy bien tu novix y no le parece mal quedar con ambxs de vez en cuando, pero en el fondo lo que le gustaría es pasar tiempo contigo a solas para hablarte de sus movidas más profundas, escuchar tus movidas más profundas y, sobre todo, dar un impulso a vuestro vínculo emocional. Hace mucho que no conectáis de verdad. Que no flota en el ambiente esa agradable sensación de amistad de que sois vosotrxs dos y nadie más. Y lo mismo le ocurre a tus otrxs colegas. Y a tu hermanx. Y a tus padres. Con el paso del tiempo, han asimilado la situación sin frustrarse, pero en muchas ocasiones tienen menos ganas de ti. Tus relaciones se resienten.
El equilibrio perfecto
Y eso te afecta en segundo lugar a ti. Al fin y al cabo, estás desempeñando menos roles, estás enriqueciéndote menos de lxs demás, no cuentas con los mismos apoyos con los que contabas antes de la relación y, sobre todo, te ahogas poco a poco en la relación. Lo guay de las parejas es el hecho de vivir experiencias fuera de ellas para luego traerlas a esta y darle vida. Cuando tu vida es una sola relación, cuando todo gira en la misma dirección, las cosas tienden a una uniformidad y predictibilidad mortales. Además, necesitas esa socialización sin tu pareja para dar testimonio de los problemas de tu relación a tus amigxs y familia. Porque los hay. Siempre los hay. No los escondas nunca.
Y ojo: quizás sois de esas parejas cuyo carisma incluso mejora cuando estáis juntxs. Da igual. Incluso bajo esa circunstancia, necesitas tener al menos tres burbujas sociales en tu vida: la burbuja de tu pareja, la burbuja de tus demás seres queridos y la burbuja en la que mezclas ambos. Es la distribución más equilibrada de tu tiempo. Como afirma el investigador Andrew P. Daire en su artículo Acciones y bonos emocionales, al que cita la experta Wendy L. Patrick en este otro post, debes huir de “una dependencia poco saludable que crea relaciones interpersonales disfuncionales”. Por ti, por tu pareja, por tus amigxs, por tu familia, no lleves a tu pareja a todos tus eventos sociales.