Hace casi 30 años que la ciudad de Chernóbil, Ucrania, quedó parada en el tiempo. Fue exactamente el 26 de abril de 1986 cuando sucedió uno de los accidentes nucleares más graves de la Historia en una central nuclear a 18 kilómetros de Chernóbil. Este desastre medioambiental obligó a evacuar a todas las personas que vivían en las ciudades y los pueblos que estaban en alguno de los 155.000 km² afectados. Ahora, Chernóbil y la extensa área contaminada que la rodea se ha convertido en un destino turístico. ¿El reclamo? Recorrer una ciudad histórica por lo ocurrido y despoblada, detenida en los soviéticos años 80.
Para visitar Chernóbil es necesario contratar una excursión desde Kiev, la capital del país. El precio de las excursiones de un día oscila los 100$ por persona, dependiendo del número de personas que hagan la visita. Una de las compañías, Chernobyl Tours, indica en su web el itinerario, los horarios y todo lo que incluye su "excursión nuclear". Si buscas un alojamiento, Chernobyl Tours te facilita dónde dormir y qué hacer. Aunque parezca extraño, es real, hoy en día se pueden visitar sitios como el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau Polonia o la ciudad de Chernóbil. El factor histórico justifica tales visitas, pero solo desde el respeto, cosa que no está sucediendo en Chernóbil.

El fotógrafo Gerd Ludwig publicó el reportaje "Turismo Nuclear" en National Geographic, también expuesto en el "Turismo Nuclear"que muestra cómo la zona de exclusión de Chernóbil se ha convertido en un destino turístico de la catástrofe. Ludwig muestra en sus fotografías el comportamiento de la mayor parte de los turistas, que es de todo menos respetuoso: selfies con el sarcófago que recubría el reactor, fotos con la noria de fondo en la ciudad fantasma o con máscaras de gas traídas desde casa foto de portada. El fotoperiodista ha documentado cómo se ha frivolizado un suceso tan dramático, convirtiéndolo en un parque de atracciones para turistas, hasta el punto de modificar el entorno y ponerle una máscara de gas a una muñeca.

¿Dónde acaba la curiosidad por un suceso histórico y dónde empieza el morbo por una ciudad fantasmagórica que ha sido el hogar de miles de personas? Hoy en día, casi cualquier historia puede hacerse turística, cualquier ciudad o espacio puede tener un reclamo interesante si estamos de visita, con los beneficios económicos pertinentes, claro. Pero lo que no debería de hacer Ucrania es banalizar, y menos aún convertir en un destino turístico un suceso como el de Chernóbil, donde la radioactividad afectará a la población local durante varias generaciones, la cual se cree que no se extinguirá hasta pasados 300.000 años.
Crédito de la imagen: Gerd Ludwig / National Geographic