Hoy, si nos dejan, podríamos destripar a la nuevísima primera ministra británica, Theresa May. O Mary Tere en confianza. Desde que entaconada saltó a la palestra, el interés de los medios se centró en lo verdaderamente importante. Cómo es que va peinada y vestida la doña. Que si cuál el mensaje oculto tras sus zapatos o la intención de ese peinado. Se te habrá pasado por alto, pero es aparecer nueva lideresa en el corral y empezar, todos a una, a criticarla por su aspecto. Caemos en la trampa sexista contra la que, tratándose de un hombre, raramente tropezaríamos.

Presidenta, tendríamos que hablar de tú a tú. Te miro y, perdóname pero, como esos otros colegas que escriben, lo voy a decir: con esas pintas, cualquiera te tose, Mary. Que no me extraña que te comparen con la otra, la Thacher con sus bolsos. Como a ella, se te ve tan mujombre…
Debe haber un real decreto en las leyes de tu país, que para convertirte en primera ministra se te obligue a adquirir nuevo look masculino. Mientras más machorro, mejor. Te cortas greñas, compras trajes muy apagados en líneas rectas, collares de inmensas bolas y esos zapatos. Mary Tere de mi vida, eres niña como yo… Escúchame bien. Todo lo tuyo, ¿no está pelín subido en sobriedad, a la par que de masculinidad? Hace nada, te vi en tu primera sesión de control, en ese circo de gritos y pelucas blancas que montáis. Sí, dentro del congreso ese de sillones verdes desde donde dirigís al pueblo. En serio, es verano, ¿no tenías nada más oscuro que ponerte?
Recuerda que lo de la mujer metálica –tu predecesora– fue en los ‘80. Ya ha llovido a mares. Desde mi ignorancia, ¿no vendría genial una ligera modernización -con su poco de feminización- en el atuendo oficial de las gobernantas? Hazme caso, Mary. Pasa de esas trasnochadas costumbres y no seas boba. Yo que tú, aprovechaba ahora que has conocido a Merkel –otra que tampoco va descalza– para hablarlo entre vosotras y mandar al carajo protocolos y las soporíferas reuniones en que matáis el tiempo.

Contactad también con la Clinton –preparándose para futura jefaza– e iros de mercadillo hipster. Las invitas a fish and chips y les explicas lo del Brexit. Que no te digo que vayáis al curro en short y chanclas, pero naturalizáos. Que aflore la pluma. Que lo femenino sea un valor. Sin acritud, ya me despido. Mis mejores deseos para que se os quite el rictus de estreñidas, el aspecto de aburridas y lo tan reprimidas que parecéis.

Crédito de la imagen: Indy100