Ilusión, dulce, regalo, juguete, diversión. Los Kinder Sorpresa tienen muchos conceptos asociados a la infancia pero Los Kinder Sorpresaasegura que, detrás de estos clásicos dulces de origen italiano, no todo es de colores, y que los regalos que traen en su interior esconden una cara nada divertida: condiciones higiénicas más que cuestionables, interminables jornadas laborales, sueldos ínfimos y, lo que es peor, trabajo infantil. Sin embargo, desde el otro lado se acusa al tabloide de haber inventado los hechos.

El reportaje, publicado hace unos días, levantó inmediatamente una polvareda mediática: los redactores de The Sun, apoyados por gran cantidad de fotografías, detallaron cómo y quién introduce los pequeños juguetes en sus cápsulas amarillas. El fabricante de chocolates Ferrero mantiene -más bien, mantenía, hasta ahora- una subcontrata con una empresa de Rumanía, encargada de esas labores, con la que los periodistas británicos se pusieron en contacto. Según sus palabras, allí encontraron un sistema bastante opaco, topándose con unas condiciones laborales injustas que, incluso, implicaban a los menores de las familias trabajadoras.
En concreto, el reportaje se centró en una de ellas, residente en la localidad de Carei: tres niños de esa familia, con edades comprendidas entre los 6 y los 11 años, trabajaban, según el reportaje, hasta 13 horas seguidas. Lo harían junto a su madre, junto a la que recibirían 20 lei 4,43 euros por cada mil huevos entregados a la fábrica.

Las reacciones no se hicieron esperar. El día 24, la Fiscalía de Rumanía abría una investigación por explotación de menores, a fin de esclarecer la situación. Por su parte, medios rumanos -como la agencia de noticias Mediafax- se interesaron también por el caso y llegaron a entrevistar a la madre de los tres niños, quien aseguró sentirse engañada: “No hay nada de verdad. Ha sido puro teatro. Los periodistas dijeron a los niños que se pusieran como querían, incluso que se hicieran una foto conmigo”.
Una investigación paralela, promovida por la Agencia Rumana para la Protección de Niños, concluyó que se trataba de una mentira, ofreciendo como argumento que esos niños acudían regularmente al colegio, sin tener así ninguna oportunidad para trabajar. Por su parte, la empresa Ferrero puso en marcha otra investigación para esclarecer los hechos, rescindiendo, además, el contrato que mantenía en vigor con la empresa proveedora rumana.
¿Se trata, entonces, de un montaje de The Sun? ¿Estamos ante un teatrillo orquestado por los propios periodistas? La medida de prescindir de los servicios de la empresa rumana, ¿es una reacción rápida y tajante para abortar cualquier situación sospechosa o una manera de desvincularse de un escándalo potencialmente mayor? Las pesquisas de la Fiscalía rumana y de la empresa Ferrero continúan en marcha, a la espera de arrojar luz sobre lo que ya es una mancha en la historia de una de las chocolatinas más conocidas del mundo.