A algunos, en seguida se les ve el plumero. Porque no saben hacerlo, porque son zafios, burdos y puedes cazarlos al vuelo. Pero cuidado con otros: psicópatas, narcisistas, malos bichos disfrazados de compañeros de trabajo o de jefes que, aunque te pongan buena cara y aparenten ser tus amigos, tienen mal fondo y solo buscan hacerte la vida imposible. ¿Por qué? Vete a saber… El caso es que ese perfil de manipulador abunda más de lo que parece, tal y como describe el psicoanalista francés Dominique Barbier en La fabrique de l’homme pervers. Pero tranquilidad: todo está ya estudiado, incluso los movimientos de estos maníacos. La divulgadora La fabrique de l’homme pervers ha establecido La fabrique de l’homme pervers que les delatan, y aquí están las más importantes. Algo así como “La guía definitiva para conocerlos, calarlos y, sobre todo, neutralizarlos”.
Proyectan su mala baba sobre ti
Se escudan en que, si son mala gente, es culpa tuya. Se trata de un mecanismo de defensa que activan para escudarse y, encima, hacerse las víctimas. Van de buena gente, de comprometidos, de solidarios pero, cuando enseñan su peor cara, te culpan de haberles llevado al extremo de ser mala gente por tus actos. Se victimizan con aquello de “con lo bueno que soy yo, y mira lo que me obligas a hacer”. Que no te engañen: si son tóxicos, desagradables, hirientes, es porque quieren, porque su carácter les empuja a ser así. No te dejes manipular, porque encima buscarán que les compadezcas y terminarán por minar tu voluntad y llevarte a hacer cualquier cosa para que estén cómodos, a costa de tu integridad. Y tú-no-tienes-la-culpa.
Te hacen luz de gas
O Gaslighting, que en inglés suena más técnico. El gaslighting es una técnica que consiste en derribar tus convicciones, en hacerte dudar sobre cómo han sucedido las cosas en realidad. “Eso no fue así”, “tal vez te lo hayas imaginado” o “¿por quién me tomas? Jamás haría algo para perjudicarte” son argumentos que esgrimen cuando quieren hacerte daño buscando que te vuelvas loco y termines pensando que la culpa es tuya. Distorsionan tu percepción de la realidad y hacen que termines dudando de tu sombra. ¿Cómo combatirlo? Una buena técnica es tenerlo todo por escrito, en forma de mails o de informes de cada reunión o conversación, para poder callarles la boca. Que no te vuelvan loco.
Usan un lenguaje burdo
Utilizar tacos, insultos, palabras malsonantes… genera un ambiente de tensión y de incomodidad que te hace sentir violento e indefenso, aunque el otro lo haga con la más amplia de sus sonrisas. Tal vez no te lo esperas, o no sabes cómo responder, o piensas que no te merece la pena. Y por eso, callas. Para no discutir. Pero de eso, nada, porque les das alas para ponerse por encima y para que terminen dominando la situación.
La mejor respuesta, en este caso, no es un ataque, aunque sea lo que te pida el cuerpo; lo más adecuado es decir, con toda la tranquilidad y parsimonia del mundo, que contigo eso no funciona. Una buena frase, con total asepsia y seriedad, será suficiente para que el otro se dé cuenta de que con esas armas, contigo, no logrará amedrentarte.
Te devalúan siempre
Aunque lo hagas bien. Tiran por tierra todo lo que tú lleves a cabo y saques adelante, aunque esté de diez. Siempre con el mismo objetivo prioritario: hacerte sentir una mierda seca y enfrentarte a tus compañeros. Y esto tiene otra vertiente; no sólo te devalúan a ti, sino también al resto. Por eso, desconfía de aquel que habla horrores de todo lo que hacen tus compañeros porque puede que a ti te esté poniendo buena cara, pero lo más probable es que también te esté poniendo verde con ellos.
Usan la triangulación
Entendida como el método de hacer que odies a los demás poniéndote en su contra. Te hacen sentirte amenazado contándote lo que se supone que van diciendo de ti. Se presentarán como tus amigos y te lo contarán como una confidencia: “fíjate lo que Fulanito dice de ti. Tranquilo, ya le he parado los pies y te he defendido”. Mentira. Probablemente, aquello que te cuenta sea mentira, y sólo pretenda que te enfrentes a esa persona. Sé más listo: háblalo directamente con el tercero en discordia y, si ambos caéis en que es mentira, cargad juntos contra el manipulador.
Con lo bien que se vive siendo buena gente, hay que ver. Pero tiene que haber de todo. Y, tristemente, parece que abundan más los hijos de puta que las personas afables, compañeras, simpáticas y competentes. Por eso hay que tener bien presentes todas las técnicas que aquellos que sólo buscan el mal. Servirá para pegarles una buena colleja a tiempo y dejarles ver que, contigo, nada de bromas.