La intolerancia vuelve a ganar terreno. Espoleados por la crisis económica, el desempleo y el rechazo a las políticas comunitarias de integración, los movimientos de ultraderecha siguen sumando adeptos en gran parte de los países de Europa. Francia, Austria, Bulgaria o Grecia cuentan ya con partidos que han logrado una importante representación parlamentaria. Un auge de la xenofobia que también cuenta con nuevos aliados en las calles. Grupos xenófobos que se rigen por sus propias leyes. Es el caso de los Soldados de Odín.
Se trata de una formación nacionalista, euroescéptica y anti inmigración que toma su nombre del dios de la guerra escandinavo. Nació en la ciudad finlandesa de Kemi, a finales de 2015, como respuesta al creciente número de refugiados llegados al país procedentes de Oriente Medio. La percepción de una creciente inseguridad y un aumento significativo de la delincuencia sentaron las bases; los casos de violaciones a jóvenes finlandesas por parte de demandantes de asilo terminaron por prender la mecha. Terreno muy fértil para el éxito de las proclamas del fundador de la organización, el nacionalista Mika Ranta: "Luchamos contra la inseguridad del país".

De la Laponia finlandesa al mundo
Durante la Nochevieja de 2015, se producían en Colonia las espeluznantes múltiples agresiones sexuales presuntamente perpetradas por inmigrantes de países árabes y norteafricanos. Aquello, entre otras cosas, dio alas a los Soldados de Odín, quienes, a través de Facebook y otras redes sociales, se fueron extendiendo a otros países, empezando por Escandinavia y el norte de Europa.
El primer ministro finlandés, Juha Sipilä, ya mostró su rechazo hacia este grupo, a principios de este año: “La policía es la responsable de la ley y el orden en el país. Las patrullas civiles no pueden asumir la autoridad de la policía”. Pero la organización continuaba creciendo, traspasando fronteras y empezando a provocar tensiones en las calles de Oslo, donde los autodenominados Soldados de Alá, islamistas radicales, salían a plantarles cara.
Los Soldados de Odín S.O.O se están expandiendo: Los tentáculos de la organización alcanzan países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Noruega, Bélgica, Reino Unido e, incluso, España. Su presencia es aún más importante en Francia: La semana pasada, varios ciudadanos confirmaban la presencia de los Soldados de Odín patrullando las calles de Burdeos en grupos de una decena de personas, vestidos de negro, algunos con la cabeza rapada y varios con sudaderas y cazadoras estampadas con el nombre. También había patrullando que registraban su presencia, pero ya se han borrado de YouTube.
¿Cuáles son sus objetivos?
Según proclaman desde sus filas, su misión es proteger a los ciudadanos europeos de las agresiones de los inmigrantes, poniendo en el punto de mira a los refugiados: “Va a haber una guerra entre los locales y ellos”, dice uno de ellos para Daily Mail. Otro asegura que el islam no le gusta porque "no es para gente normal”.
En la web de la división francesa, se definen como "una asociación multicultural, que respeta las leyes". Aunque, en alguna de sus manifestaciones, carguen pancartas con frases como "los inmigrantes no son bienvenidos". Aunque el líder del brazo francés sea web, quien, en su Facebook, web a todo aquel que esté "harto de la islamización de nuestro país" a unirse a ellos.
Algo similar sucede en el perfil de la ramificación española, en el que se asegura que "su aparición pública es meramente temporal" y que, cuando se resuelva el problema de inseguridad en las calles, ellos también desaparecerán.
La división española de S.O.O.

Su presencia ha sido detectada también en España, aunque lo cierto es que la división nacional no ha llamado la atención de los medios y está pasando bastante desapercibida por la opinión pública. Sin embargo, sí tienen presencia en redes sociales: su página de Facebook, plagada de contenido anti inmigración, cuenta con más de 1.500 likes. La filial gallega también cuenta con Twitter, aunque tiene un público minoritario. En ella se da cabida a comentarios nacionalistas, imágenes racistas y arengas homófobas.
A pesar de todo ello, aún no se han registrado incidentes violentos por parte de estas patrullas urbanas de la intolerancia. Aún así, las autoridades y las fuerzas de seguridad de los países donde se han asentado, están alerta; preocupadas por que este tipo de organizaciones acabe tomándose la justicia por su cuenta y, escudados bajo el pretexto de 'velar por la seguridad en las calles', se conviertan en la chispa que las haga arder.