Conocido como Shawkan, su trabajo ha aparecido regularmente en algunas de las publicaciones más prestigiosas del mundo, como la revista estadounidense Time o el semanario alemán Die Zeit. Sin embargo, el 14 de agosto de 2013, Shawkan se encontraba en la plaza Rabaa al-Adawiya de El Cairo mientras ésta se abarrotaba de simpatizantes del depuesto presidente Mohamed Morsi. Desde entonces, este profesional lleva encerrado más de tres años por haber tenido la desfachatez, según el gobierno egipcio, de llevar una cámara al hombro para contar la masacre que ocurría ante sus ojos.
La primavera egipcia
Los cambios llegados al albur de la primavera árabe en Egipto hicieron que el dictador Hosni Mubarak se viera obligado a renunciar a su cargo. Tras un breve periodo de interinidad, Morsi se convirtió en el primer presidente egipcio elegido por voto popular. Una parte del país, sin embargo, no lo aceptó. Generales de las Fuerzas Armadas han dirigido Egipto con mano de hierro durante el siglo XX y la llegada de Morsi, al que apoyaba la organización islamista Hermanos Musulmanes, no fue vista con buenos ojos por una parte de la sociedad. En su breve tiempo como presidente, Morsi se mostró además muy lejos de ser un demócrata. Cambió la legislación para no tener que responder ante ningún poder judicial o legislativo, los cuales consideraba controlados por el ejército y las persecuciones a periodistas fueron frecuentes.

El sector militar se sintió atacado y orquestó un golpe de estado militar en junio de 2013 que los devolvió el poder. Los seguidores de Morsi y los Hermanos Musulmanes no se dieron por vencidos y salieron a las plazas para defender al presidente depuesto. Tras dos meses de protestas en las calles, el ejército, sin embargo, no dudó en disipar las concentraciones costara lo que costase. El 14 de agosto de 2013 avasallaron las plazas en lo que la organización Human Rights Watch ha calificado como una de las mayores matanzas de manifestantes en un solo día en la historia reciente. Alrededor de mil personas fueron asesinados.
La historia de Shawkan
Para poner ojos a la masacre había periodistas de todo el mundo, entre ellos Shawkan, quien con su lente llevaba mostrando al mundo la realidad de su Egipto natal durante varios años. Las imágenes, sin embargo, eran consideradas una amenaza por el ejército. Aquel 14 de agosto, cuando varios soldados lo identificaron como periodista, Shawkan fue arrestado junto a otros dos compañeros, el fotógrafo francés Louis Jammes y el americano Mike Giglio. El pasaporte de estos dos últimos hizo posible que dejaran la cárcel dos horas después, pero Shawkan no tuvo esa suerte. El ejército que dirige su país lo había detenido injustamente, golpeado, insultado, metido en la prisión y no habría ningún diplomático cabreado que fuera a preguntar por él.
De hecho, ahí sigue, en un estado que el gobierno llama 'prisión preventiva'. La primera noche le hicieron desnudarse, le tiraron agua encima y le azotaron con un cinturón. No hubo reparos y emplearon la hebilla para golpear su cara y espalda. No comió ni bebió en tres días. Según el propio Shawkan ha relatado en una carta publicada el año pasado, antes de torturarlo de nuevo, los policías hablaban entre ellos para darse consejo sobre cómo hacerle más daño. Desde entonces, este fotoperiodista que aún no tiene 30 años, no ha dejado las infrahumanas cárceles egipcias. El gobierno le acusa de haber inventado información y se niega a retirar los cargos. No permiten, además, que tenga a acceso a la medicación que necesita para tratarse de hepatitis C.
Los expertos del grupo de Naciones Unidas que trabaja sobre detenciones ilegales han asegurado que el encarcelamiento de Shawkan no está justificado y varias organizaciones humanitarias están presionando para que sea liberado. Amnistía International lleva a cabo una petición que pide su puesta en libertad inmediata puedes firmar aquí. Y después de haberlo pospuesto varias veces, aquí. Sin embargo, aún está por ver si la vista finalmente se producirá o si esta será poco más que una pantomima. De momento el gobierno ha logrado que la cámara de Shawkan deje de mostrar sus vergüenzas.