En unos años practicar sexo con máquinas no va a ser cosa de ciencia ficción. Al menos esto es lo que asegura Ian Pearson, miembro de la Ian Pearson, en su estudio Ian Pearsont. El doctor concluye diciendo que, en poco más de 30 años, el amor y el placer sexual quedarán desligados casi al 100%, y será más que habitual escoger a robots autómatas como "herramientas sexuales".

El doctor basa su hipótesis en la premisa de que si la tecnología ha revolucionado ya decenas de campos de nuestra vida diaria, es cuestión de tiempo que lo haga también en algo tan habitual como el sexo. Vamos, que si en las cocinas hay Termomix, en los dormitorios habrá maniquíes articulados y autosuficientes dispuestos a darnos placer como un electrodoméstico más. Y añade un interrogante: ¿qué son en realidad la mayoría de juguetes eróticos sino de robots?
Pero todavía va más allá. Pearson habla también de la evolución de la realidad virtual. Hace unos años la revolución que vivimos con las vídeo-llamadas nos pareció brutal y creímos que el futuro había llegado cuando empezábamos a trastear con ellas. Según el doctor, todo esto quedará muy atrás. Porque en cuestión de tiempo podríamos tener sexo en una relación a distancia usando dispositivos que nos hagan creer que nuestra pareja esté a nuestro lado. Y poniéndonos todavía más exquisitos, los solteros podrían montárselo con quien quisieran gracias a la evolución de las gafas de realidad virtual que, combinadas con los robots-persona, les harían tener una experiencia casi real.

Pero todo esto no termina aquí. Según el estudio, la química también será capaz de proporcionarnos orgasmos automáticos. Teniendo en cuenta lo estresantes que se han vuelto nuestras vidas en general, el doctor vaticina la creación de medicamentos pastillitas de la suerte que nos lleven al cielo sin pasar por el purgatorio. Aunque cargarse de un plumazo toda la tensión sexual previa y los maravillosos preliminares para ir directamente al grano... esperemos que solo quieran tomar esta vía los más ocupados.
No sabemos si lo del doctor Pearson podría ser real o si las complicaciones morales o las marcas de condones y juguetes sexuales impedirían este salto de la tecnología. ¿Llegará realmente el momento en el que todos tengamos en el armario del baño a un humanoide dispuesto a convertirse en nuestro esclavo sexual? A saber. Hace unos años también nos veíamos circulando con coches a propulsión a dos palmos del suelo, y aquí estamos. Pero tratándose de perversiones sexuales, cualquier cosa es posible.