Sexo, Drogas Y Dinero: El Auténtico Lobo De Wall Street También Es Un Gran Maestro

El lobo de Wall Street es una película que hace del exceso su bandera, como buen film de Martin Scorsese que es. Que en la primera escena veamos a DiCaprio y a sus colegas brokers lanzando a enanos contra dianas por pura diversión es ya una declaraci

El lobo de Wall Street es una película que hace del exceso su bandera, como buen film de Martin Scorsese que es. Que en la primera escena veamos a DiCaprio y a sus colegas brokers lanzando a enanos contra dianas por pura diversión es ya una declaración de intenciones. Y lo que sigue no defrauda, pues asistimos a tres horas de una orquesta de sexo, drogas, y derroche de dinero a raudales.

Y lo mejor es que todo, absolutamente todo está inspirado en la realidad. Más concretamente, en la realidad de Jordan Belfort, el corredor de bolsa en quien se basa la película. El auténtico y sádico lobo de Wall Street. Él mismo se ha encargado de asegurar que todo lo que aparece en la cinta es cierto, e incluso Leonardo DiCaprio le acompañó durante varios días para captar su personalidad.

Y es que no hay duda de que, a pesar de todo, Belfort tiene mucho que enseñarnos. Valiosas lecciones sobre cómo ganar dinero sin escrúpulos… y también sobre cómo perderlo.

Hacer dinero es cuestión de actitud

“Vendía basura a hombres basura. Su dinero estaba mejor en mi bolsillo, yo sabía mejor cómo gastarlo”, dice DiCaprio en la película. Y esta fue de hecho una de las claves del éxito de Belfort: saber vender, aunque lo que vendiera fueran acciones “basura” a personas que lo perdían todo.

Por supuesto, Belfort no es un buen ejemplo a seguir, pero nos enseña que el éxito es también una cuestión de actitud. Una bonita sonrisa, un aspecto elegante y un discurso convincente pueden abrirte muchas puertas. Proyectar imagen de éxito es una de las claves para conseguir éxito, y creerte lo que dices es el primer paso para que los demás lo crean también.


Aprende a rentabilizar incluso los peores momentos

Tras años de desenfreno y estafas, Belfort fue detenido en 1998 por el FBI acusado de manipulación del mercado de valores, lavado de dinero y fraude de valores. Aunque consiguió reducir la pena por colaborar con la autoridad, se pasó 22 meses a la sombra. Sin embargo, supo rentabilizar sus días en prisión: aprovechó que entre rejas no hay mucho que hacer para escribir sus memorias, The Wolf of Wall Street y Catching The Wolf of Wall Street. Ambos libros han sido traducidos a 18 idiomas, han inspirado dos películas y le permitieron ganar más de 2 millones de dólares.


Reciclarte o morir

Al salir de la cárcel y con el escándalo todavía candente, la popularidad de Belfort estaba en horas bajas. ¿Quién confiaría en un corredor de bolsa con tal historial delictivo? Pero Belfort supo empezar de cero y reactivar su actividad económica. En la actualidad, es conferenciante, y lo cierto es que no le va nada mal. Asistir a una de sus charlas sobre motivación cuesta alrededor de 500 dólares, y no le faltan estudiantes dispuestos a pagarlos.

Suponemos que tras el éxito de la película de Scorsese todavía son más los alumnos que, quizás por morbo o quizás por una oscura admiración, desean ver en persona al famoso lobo de Wall Street explicando su “Straight Line System”: el método para conseguir la venta perfecta, basado en la psicología del comportamiento y estrategias para la persuasión. Lo que decíamos: cuestión de actitud.


Los excesos y las drogas son malos consejeros

No hay nada de malo en gastarse el dinero que uno gana en pasárselo bien. De hecho, esa es probablemente la principal razón por la que cualquier persona querría ganar un montón de dinero. No obstante, hay que tener cuidado con los excesos, especialmente cuando tienen forma de drogas y pueden arruinarte la vida.

Como presidente de Stratton Oakmont, empresa que fundó a los 26 años y desde la que estafó millones de dólares a sus inversores, Belfort inició una loca carrera hacia el infinito llena de drogas, fiestas non-stop, despilfarros y una total falta de disimulo sobre sus actividades delictivas.

Sus gusto por todo lo que le colocase jugó un papel decisivo en su caída profesional y personal; fue especialmente sonada su adicción a la metacualona, un sedante muy potente que se popularizó en los años 70. Este autodestructivo estilo de vida le llevó a querer más y más, lo que sin duda no solo afectó a su salud sino a su equilibrio mental: si ya era un cabrón estando sobrio, bajo los efectos de las drogas lo era más todavía. Ahora, Belfort lleva 12 años “limpio” y afirma que solo es adicto a las bebidas energéticas y al dinero. En fin, hay adicciones imposibles de superar.

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