Bilbao es una ciudad que vive entre la incredulidad y el miedo debido a la detención de cuatro menores en el último mes acusados de homicidio. El 23 de diciembre, dos menores, uno de ellos de tan solo 13 años, por el asesinato del exfutbolista Ibon Urrengoetxea y ayer, otros dos, en este caso de 14 años, fueron detenidos por su supuesta implicación en el homicidio a dos ancianos de 87 años, Rafael y Lucía, que tuvo lugar en el barrio de Otxakoaga el pasado jueves.
Este último crimen , debido a la brutalidad y ensañamiento con las víctimas, ha conmocionado a Bilbao. Después de que un familiar se diera cuenta de que los octogenarios no respondían al teléfono, acudió a su vivienda y los encontró sin vida. Rafael murió a causa de los golpes que recibió en la cabeza y Lucía de una de las cuchilladas que le atravesaron el corazón. Según los primeros indicios de la investigación, crimendel crimen podría haber sido el robo porque había varios de los cajones y armarios del domicilio que estaban abiertos.
“La reflexión debe ser multidisciplinar. Son menores, casi niños, y cometen estos actos delictivos y con mucha saña y una violencia inusitada; esto es un fracaso social en el que están implicados más factores que el policial”, ha denunciado este lunes el alcalde de la capital vizcaína, Juan María Aburto. Ambos jóvenes, vecinos también del barrio de Otxarkoaga, tenían antecedentes por robo con violencia e intimidación y, por el momento, las pruebas no apuntan a que pertenecieran al mismo grupo que los acusados de matar a Urrengoetxea.
En ese caso, cuando los agresores intentaron atracar al futbolista de 43 años, este se resistió y acabó recibiendo una patada de uno de sus asaltantes que le hizo caer al suelo. Se golpeó la cabeza con un bordillo y murió en el acto. Este trágico suceso, junto con la muerte de ambos ancianos y una oleada de robos y agresiones que han sembrado el peligro en el barrio, ha movilizado a cientos de vecinos de Otxarkoaga. Juntos, salieron a la calle para condenar lo ocurrido y, al mismo tiempo, reclamar “más seguridad” para que no haya que lamentar una tercera tragedia.