Aunque estemos a gusto con nuestra vida laboral, es probable que alguna vez nos sintamos desmotivados y desilusionados cuando estamos pendientes de los resultados, pese a que nuestra falta de motivación venga derivada del ámbito personal y familiar.
En estas situaciones lo mejor es pararse a ver el motivo que nos ha llevado a este desinterés, como puede ser el Síndrome de Burnout -agotamiento físico y mental por las exigencias de nuestro empleo-. Ante ello, y con el ánimo de no ir a peor, la estrategia es tratar de solventar cuanto antes el problema y volver a engrasar nuestra maquinaria para rendir al máximo. Algunas de las acciones encaminadas a mejorar estas situaciones son:
Descansar durante las horas del trabajo
Tomar pequeños descansos o paradas que permitan acomodar nuestra mente y cuerpo, como por ejemplo ir a fumar no es sano, pero relaja, dicen, salir a tomar el aire o charlar con algunos compañeros, todo esto siempre lejos de nuestro escritorio o despacho, para no descansar junto al 'enemigo'. Estos intervalos ociosos en el momento adecuado ayudan sustancialmente a liberar nuestro pensamiento de las arduas y repetitivas tareas que diariamente solemos llevar a cabo.
No llevarse el trabajo a casa
No podemos dedicar las 24 horas íntegramente al trabajo. Aunque cada vez es más habitual llevar parte del trabajo a casa, en la medida de lo posible este debe ser el menos intenso y que necesite menos tiempo. Además, es importante no estar conectado siempre con las labores y personas del trabajo, es decir, apagar el móvil, no mirar el correo, no tener móvil corporativo y dedicar el tiempo no laboral a mejorar nuestra salud intelectual. “Sea lo que sea, seguro que puede esperar a mañana”.
Dedícate a algo que te guste
No se trata meramente de hacer deporte o ilusionarse con un hobby, sino de establecer un proyecto, un reto, como personal, planificarlo y hacerlo atractivo, de forma que en lugar de optar por otras cosas menos interesantes lo dediquemos a un quehacer que nos permita desconectar del trabajo. Esto nos permitirá, además de cambiar el chip, hacer que el trabajo se nos vuelva más interesante, que lo realicemos con una mayor motivación.
Vacaciones más a menudo
Aunque las vacaciones de verano o invierno suelen estar bien, es recomendable distribuir estas a lo largo de todo el año, teniendo un bloque de días grande y otros más pequeños distribuidos como prefiramos durante todos los meses. La idea es no venirse abajo la mayor parte del tiempo y caer en depresión después de las vacaciones, sino repartir el bienestar a lo largo de todo nuestro tiempo.
Zanjarlo todo y hacer un cambio radical
Aunque es importante cambiar los hábitos de conducta con las teorías citadas anteriormente, debemos razonar si nuestra desmotivación es realmente por el trabajo diario o si la fatiga se debe a una desconsideración, poca valoración o frustración, es decir, si podemos cambiar o estamos estancados. En este caso, debemos considerar un cambio de trabajo o incluso de vida, yéndonos a realizar algo que de verdad nos importe. No olvides que cada vez más gente lo deja todo para irse de misionero con una ONG o dedicarse a un empleo que, aunque inferior laboral y económicamente, le produce una mayor satisfacción.
La mayoría de las ocasiones no nos paramos a pensar qué y por qué nos ocurre esta cosa, aquella... Y continuamos ahogándonos. La solución se trata en pararnos a pensar, analizar y actuar.
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